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Todo lo que quise yo,
Tuve que dejarlo lejos,
Siempre tengo que escaparme
Y abandonar lo que quiero
Yo soy el buque fantasma,
Que no puedo anclar en puerto,
Ando buscando refugio
En retratos y en espejos,
En cartas apolilladas
y en perfumados recuerdos
Por más que estire las manos
Nunca te alcanzo lucero,
Hubo de amargos adioses
Es mi vaso predilecto
Yo me bebo a tragos largos
Mi pozima de recuerdos
Y me embriago en lejanias
para acariciar mis sueños,
Y me embriago en lejanias
Para acariciar mis sueños
Nadie sabe como yo
Lenguaje de los pañuelos,
Agitandose en los muelles,
Sacudiendo el aire trémulo
Nadie como yo
Nació con destino marinero,
La única flor que conozco
Que es la rosa de los vientos,
La única flor que conozco
Que es la rosa de los vientos
Todo lo que quise yo,
Tuve que dejarlo lejos,
Siempre tengo que escaparme
Y abandonar lo que quiero
Yo soy el buque fantasma,
Que no puedo anclar en puerto,
Ando buscando refugio
En retratos y en espejos,
En cartas apolilladas
Y en perfumados recuerdos
¡Qué linda cara tienes,
válgate Dios, por muchacha,
que si te miro, me rindes
y si me miras me matas.
Esos hermosos ojos
son en ti, divina ingrata,
arpones cuando los flechas,
puñales cuando los clavas.
Esa tu boca traviesa
brinda, entre coral y nácar,
un veneno que da vida
y una dulzura que mata.
En ella las gracias viven:
novedad privilegiada,
que haya en tu boca hermosura
sin que haya en ella desgracia.
Primores y agudos hay
en tu talle y en tu cara;
todo tu cuerpo es aliento
y todo tu aliento es alma.
El licencioso cabello
airosamente declara
que hay en lo negro hermosura
y en lo desairado hay gala.
Arco de amor son tus cejas,
de cuyas flechas tiranas,
ni quien se defiende es cuerdo
ni dichoso quien se escapa.
¡Qué desdeñosa te burlas!
y ¡qué traidora te ufanas,
a tantas fatigas firme
y a tantas finezas falsa!
Qué mal imitas al cielo,
pródigo contigo en gracias,
pues no sabes hacer una
cuando sabes tener tantas!
Tuve que dejarlo lejos,
Siempre tengo que escaparme
Y abandonar lo que quiero
Yo soy el buque fantasma,
Que no puedo anclar en puerto,
Ando buscando refugio
En retratos y en espejos,
En cartas apolilladas
y en perfumados recuerdos
Por más que estire las manos
Nunca te alcanzo lucero,
Hubo de amargos adioses
Es mi vaso predilecto
Yo me bebo a tragos largos
Mi pozima de recuerdos
Y me embriago en lejanias
para acariciar mis sueños,
Y me embriago en lejanias
Para acariciar mis sueños
Nadie sabe como yo
Lenguaje de los pañuelos,
Agitandose en los muelles,
Sacudiendo el aire trémulo
Nadie como yo
Nació con destino marinero,
La única flor que conozco
Que es la rosa de los vientos,
La única flor que conozco
Que es la rosa de los vientos
Todo lo que quise yo,
Tuve que dejarlo lejos,
Siempre tengo que escaparme
Y abandonar lo que quiero
Yo soy el buque fantasma,
Que no puedo anclar en puerto,
Ando buscando refugio
En retratos y en espejos,
En cartas apolilladas
Y en perfumados recuerdos
¡Qué linda cara tienes,
válgate Dios, por muchacha,
que si te miro, me rindes
y si me miras me matas.
Esos hermosos ojos
son en ti, divina ingrata,
arpones cuando los flechas,
puñales cuando los clavas.
Esa tu boca traviesa
brinda, entre coral y nácar,
un veneno que da vida
y una dulzura que mata.
En ella las gracias viven:
novedad privilegiada,
que haya en tu boca hermosura
sin que haya en ella desgracia.
Primores y agudos hay
en tu talle y en tu cara;
todo tu cuerpo es aliento
y todo tu aliento es alma.
El licencioso cabello
airosamente declara
que hay en lo negro hermosura
y en lo desairado hay gala.
Arco de amor son tus cejas,
de cuyas flechas tiranas,
ni quien se defiende es cuerdo
ni dichoso quien se escapa.
¡Qué desdeñosa te burlas!
y ¡qué traidora te ufanas,
a tantas fatigas firme
y a tantas finezas falsa!
Qué mal imitas al cielo,
pródigo contigo en gracias,
pues no sabes hacer una
cuando sabes tener tantas!
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