• Asignatura: Castellano
  • Autor: yuliojedavelez67
  • hace 5 años

escribe un cuento ridiculo

Respuestas

Respuesta dada por: Guille320
3

Respuesta:

Habia una vez un señor que salio a comprar piedras y al llegar a la tienda vio q el precio aumento, y vio niños que tiraban piedras como si nada y cogio una y otra y otras mas y se hizo una casa a modo del mainkra


elrolandotacuriochoa: jjajajaa
elrolandotacuriochoa: Me pareció chistoso
Respuesta dada por: migdeli
0

Respuesta:

Cinthia Scoch era una chica de diez años

a la que le gustaban cosas como comer

mandarinas mientras paseaba. Un día salió a

caminar por un sendero desconocido y en cierto

momento vio que a un costado del camino había

una planta de mandarinas. Arrancó una y la fue

pelando mientras seguía su paseo, sin advertir

que se trataba de una mandarina ridícula.

Las mandarinas ridículas tienen la ins-

cripción “MR” grabada en cada una de las

semillas, pero en general las personas no

advierten ese tipo de detalles. Algunas sí lo

hacen, pero es común que crean que la sigla

“MR” es por “Marca Registrada”, como apa-

rece en muchos artículos.

Como se ha dicho, a Cinthia Scoch le

gustaba comer mandarinas mientras paseaba,

y aquel día salió a caminar por un senderodesconocido cuando de pronto vio que a

orillas del camino había una planta de man-

darinas. Muchos lectores recordarán que la

fue pelando mientras seguía, sin advertir que

se trataba de una mandarina ridícula. ¡Cómo

no lo van a recordar si está escrito apenas unas

líneas más arriba!

Al saborear el primer gajo Cinthia

Scoch pensó que era la mandarina más dulce

que había probado en su vida, pero al segun-

do cayó en la cuenta de que algo raro estaba

ocurriendo: ¡se había quedado pelada! ¿Qué

había sido de sus hermosos cabellos verdes y

amarillos, duros como alambre?

Aún no había encontrado una respues-

ta a esa pregunta cuando escuchó hablar a la

mandarina:

—Por comerte mi gajo te quedaste sin

cabello. Por lo tanto, tendrás una idea desca-

bellada: comerte otro.

Dicho y hecho: Cinthia Scoch sin-

tió irresistibles deseos de probar otro gajo

de mandarina. Ni bien lo hizo le crecieron

ramas en la cabeza, altísimas ramas que enseguida se llenaron de hojas verdes y pája-

ros que cantaban.

Cinthia trató de mirar hacia arriba

pero solo alcanzó a ver las puntas de algunas

ramas. La mandarina, que continuaba en su

mano derecha, le dijo:

—Por comerte mi segundo gajo, tu

cabeza se convirtió en una copa de árbol.

Como ahora tenés pajaritos en la cabeza, no

podrás resistir la tentación de comer otro.

Dicho y hecho. Cinthia tuvo ganas de

comerse otro gajo y se lo comió nomás, y ni

bien lo hizo su cabeza quedó convertida en un

reloj despertador desarmado.

“Qué desgracia”, se dijo Cinthia, “ahora

soy un reloj despertador y, encima, desarma-

do”. Lo pensó un instante y decidió que lo

mejor sería tratar de armarse.

Trabajó un rato y ya faltaba poco para

terminar, solamente ajustar el último tornillo,

cuando escuchó que la mandarina le decía:

—Por comerte mi tercer gajo te con-

vertiste en reloj despertador desarmado. ¡Y

tuviste el descaro de armarte! Pero, como tefalta un tornillo, no tendrás mejor idea que

comerte otro gajo.

Dicho y hecho. Cinthia Scoch, con-

vertida en reloj despertador, abrió grande la

campanilla y tragó entero un nuevo gajo. Al

hacerlo, quedó convertida en una cebra.

—Por comerte mi cuarto gajo te con-

vertiste en cebra —le dijo la mandarina, más

ofendida cada vez—. Como ahora sos rayada,

se te va a ocurrir comer otro…

Afortunadamente pasó por allí un

campesino.

El campesino se detuvo a mirar a la

cebra porque nunca había visto una. Pensó

que algún gracioso le había pintado rayas a un

caballo. Solo que, mientras hacía estas deduc-

ciones, distraídamente, alzó lo que quedaba de

la mandarina y comió un gajo. No sabía en la

que estaba metiéndose.

Ni bien el campesino comió un gajo,

quedó convertido en un ganso y en cambio

Cinthia Scoch volvió a ser ella misma, con sus

hermosos cabellos verdes y amarillos, duros

como alambres.Entonces la mandarina le dijo al cam-

pesino:

—Por comerte mi quinto gajo te con-

vertiste en ganso. En tu nuevo estado harás

una gansada: comerte otro.

Cinthia Scoch se sentó sobre una pie-

dra a mirar, porque le resultaba muy divertido

eso que estaba viendo.

El campesino se transformó en flore-

ro, enseguida en velador, luego en viento que viene del Sur, seguidamente en lluvia de abril,

después en enano de cemento…

Por suerte, como todos los lectores

saben, las mandarinas –aun las ridículas– no

tienen más de diez o doce gajos. De modo

que, cuando el campesino terminó de comér-

sela, volvió a ser el mismo campesino que era

antes de que se le ocurriera la ridícula idea de

alzar esa mandarina.

Cinthia Scoch continuó su paseo mien-

tras pensaba en lo terrible que resultaría comer

uvas ridículas, un enorme racimo de uvas ridí-

culas. ¿Y una gran sandía ridícula? ¡Dios!


elrolandotacuriochoa: Mucho texto :v
ingridivania: confirmo
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