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Era un día común de semana... de los más comunes. Iba caminando al colegio cuando, de repente, escuché un tic-tac y, al mirar mi muñeca, supe que tenía que apurarme para no llegar tarde. Un ¡¡¡pip-piiiip!!! de un carro al cruzar la esquina me dejó un poco sordo. Pero, al menos, me despertó del todo. ¡Glup!, ya casi daban las ocho. Riiiing!!!!, creo que llegué justito.
cuento con onomatopeyas
Entré al salón y alrededor de mí sólo habían ¡¡atchííís!! ¿Qué les pasó a todos? Debe ser que no toman jugo de naranja como yo y se resfrían de nada. Yo seguía pensando en eso, cuando la puerta hizo ¡¡¡plaf!!! Era la directora, que había venido a contarnos que nuestra seño estaba enferma y que vendría una suplente por varios días.
El toc-toc de unos zapatos contra el piso de madera llegando desde el pasillo hizo que mi corazón empezara a hacer pum-pum muy fuerte, hasta que ¡¡¡atchííís, atchííís!!! todos empezaron a estornudar y, me distraje tanto, que no escuché cuando la seño nueva entró.
-¡¡¡Shshsh!!!- empecé a exigirles a mis compañeros-. ¡Esto es realmente importante!
El pum-pum era muy rápido, hasta que escuché:
-¡Salud a todos! Parece que se sienten mal... así que vamos a tener un día tranquilo para conocernos. ¿Les parece bien?
Pum... pum... pum... (ahhh.. sí me parece bien). Mi corazón se fue calmando. La seño nueva fue muy buena conmigo también, aunque no estuviera enfermo. El día terminó y volví a casa como siempre, encontrándome con muchos guau-guaus, miau-miaus, pío-píos y muuuus. ¿Qué? ¿Por qué muuus? Si en mi casa no hay vacas. ¡Ah! pero sí hay señores que escuchan las noticias por la radio a todo volumen. ¡Uf, qué susto!
El talán!!!-talán!!! de la iglesia sí lo conozco, y quiere decir que llego a tiempo para tomar la leche y mirar mis dibujitos favoritos.
Y, como dije al principio, ¡un día común! Chan, chan.