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- No..................
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A principios de la Edad Moderna (en algún momento del inicio siglo XVI) surgió la creencia de que existía un país maravilloso donde la comida abundaba en exceso y carecía de todo sentido el concepto del trabajo, una tierra de ensueño para quienes venían de vivir las durísimas condiciones de vida medievales, el País de Cucaña (también llamado Jauja o Luilekkerland).
Esta tierra imaginaria no tenían cabida las preocupaciones ni las responsabilidades y prácticamente todo el tiempo que se pasase en ella sería disfrutando de todo tipo de lujos y manjares sin necesidad de realizar esfuerzo alguno. No resulta de extrañar que un mito así surgiese en una sociedad tan oprimida y castigada como la medieval por el hambre, la miseria y las enfermedades.
La forma de entrar en el País de Cucaña es a través de una enorme montaña de papilla y horadando un túnel hasta alcanzar este paraíso terrenal, un país surcado por largos ríos, unos de vino y otros de leche, altas montañas hechas de queso o en el colmo de la exageración árboles que en lugar de dar frutos daban pasteles y lechones asados dispuestos para ser devorados. La vida en este lugar limita los excesos gastronómicos y a largos periodos de tiempo recostados o tumbados haciendo la digestión. Cualquier persona que encuentre la entrada puede acceder, sin distinción o prejuicio alguno, en una clara alusión al hecho de que la preocupación por el hambre y los vicios son comunes a todas las personas.
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