Respuestas
1. CICLO PASCUAL
El ciclo pascual consta de:
-El Triduo pascual
-El Tiempo de Pascua
-El Tiempo de Cuaresma
a)
2. CICLO DE NAVIDAD
Navidad y Epifanía están inseparablemente unidas. Podemos decir que celebran dos aspectos del mismo misterio. La Navidad surgió en Occidente. La Epifanía, en Oriente. Pero ambas fueron aceptadas y celebradas complementariamente. En la Navidad es el misterio del nacimiento del Mesías, el Hijo de Dios, el que se acentúa y celebra. En la Epifanía celebramos la manifestación de su divinidad, su carácter de Salvador a los Magos, al pueblo judío en el Jordán y en el milagro de Caná. La Navidad es el encuentro de lo “divino con lo humano y lo humano con lo divino”. Navidad es cercanía. Epifanía es la visibilidad gloriosa de su divinidad. Es el misterio de un Dios que viene, que está y que se manifiesta.
El misterio de la Venida no se celebra como un recuerdo, aniversario entrañable, sino que es una realidad actual. Navidad es nacimiento y venida y aparición “hoy”. El misterio se nos hace presente y se nos comunica en la celebración litúrgica. El “Dios con-nosotros” quiere en cada Navidad hacer de los cristianos “nosotros-con-Dios”: hijos, partícipes de su nuevo nacimiento y de su vida. El ciclo natalicio comprende también un tiempo de preparación que se denomina Adviento, que comienza en las vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre y termina en las vísperas del día 24 de diciembre.
En el tiempo de Adviento distinguimos una doble perspectiva: una existencial y otra cultual o litúrgica. Ambas perspectivas no sólo no se oponen, sino que se complementan y enriquecen mutuamente. La espera cultual, que se consuma en la celebración de la fiesta de Navidad, se transforma en esperanza escatológica proyectada hacia la Parusía final, dotando de este modo nuestra experiencia religiosa cristiana de una fuerza peculiar y de un dinamismo lleno de eficacia. Por estas razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre.
Todo el misterio de la esperanza cristiana se resume en el Adviento, Al mismo tiempo, es preciso afirmar que la espera del Adviento invade toda nuestra experiencia cristiana, la envuelve y encuentra en ella una dimensión nueva.
Las primeras semanas del Adviento subrayan el aspecto escatológico de la espera abriéndose hacia la Parusía final; en la última semana, en cambio, a partir del 17 de diciembre, la Liturgia del Adviento centra su atención en torno al acontecimiento histórico del nacimiento del Señor, actualizado sacramentalmente en la fiesta.
3. EL TIEMPO ORDINARIO
Además de los tiempos que tienen un carácter propio, quedan 33 ó 34 semanas en el curso del año, en las que no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Este período de tiempo recibe el nombre de Tiempo Ordinario.
Para algunos cristianos el Tiempo Ordinario puede resultar un “tiempo un poco incoloro”, a pesar de las inmensas riquezas espirituales con las que la reforma litúrgica lo ha dotado, ofreciendo un doble ritmo dominical y ferial. Es un Tiempo todavía poco conocido en su estructura, contenido y expresión de fe.
La importancia de este Tiempo se centra en conseguir la progresiva asimilación del misterio de Cristo por parte de los fieles, porque semana tras semana y día tras día se presenta toda la vida histórica de Jesús, vista siempre a la luz del misterio pascual.
Este tiempo nos ofrece igualmente, la dinámica interna del crecimiento y la realización del Reino de Dios en este mundo. Los domingos y semanas anteriores al bloque de Cuaresma-Pascua sirven para introducirnos en la predicación y actualización del Reino de Dios por parte del Jesús histórico. Mientras que los domingos y semanas posteriores, sirven para centrarnos en la experiencia que del Reino de Dios ha de hacer la Iglesia pospascual de los tiempos.
El Tiempo Ordinario comienza el lunes que sigue al domingo posterior al 6 de enero y se extiende hasta el martes antes de Cuaresma inclusive: de nuevo se reanuda si lunes después del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del domingo de Adviento.