Respuestas
Explicación:
Es importante tener en cuenta que detrás de la palabra integración subyacen una serie de conceptos y realidades que superan ampliamente lo que tiene que ver con lo económico. Por ejemplo, no puede olvidarse que esta clase de procesos se originan y se desarrollan a partir de un impulso político proveniente de los gobiernos y más altos representantes de los países. Lo político es, pues, un motor importante que podría inclusive determinar el mayor o menor éxito de las decisiones económicas acordadas. De otro lado, conviene tener presente que desde el punto de vista estratégico, la integración entre estados vecinos también apunta a preservar de manera más eficaz ciertos intereses comunes que se quieren proteger frente a terceros estados u otras regiones. Este es el caso que motivó la exitosa experiencia de la integración europea después de la Segunda Guerra Mundial y es también el ejemplo de diversos procesos de integración subregionales que se extienden a lo largo de América Latina, como el Mercosur, la Comunidad Andina, Caricom, el Mercado Común Centroamericano, etc. Es precisamente en el ámbito latinoamericano donde se puede observar con bastante claridad que estos procesos de integración, generalmente catalogados como de naturaleza económica, están cumpliendo una significativa opción política de consolidar una serie de vínculos entre países vecinos, lo cual hasta el momento ha servido en gran medida para distender diferencias y conflictos tradicionales. Baste con ello analizar el caso centroamericano, donde la vigencia del Mercado Común ha tenido una notable influencia para facilitar el entendimiento. Algo parecido se puede observar dentro del ámbito de la Comunidad Andina. En todos estos casos los procesos de integración se han convertido en fuente de inspiración para dar nacimiento a nuevos espacios de desarrollo y prosperidad, que están coadyuvando a la superación de antiguas rivalidades. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, al mismo tiempo, los países comprometidos con estos procesos de integración están asumiendo una serie de costos con el objeto de recibir un beneficio final mucho mayor (que abarque no sólo el ámbito económico sino también el político, social, cultural, etc). En general, con una amplia visión de mediano y largo plazo se puede observar que las posiciones nacionales se fortalecerán efectivamente, lo cual compensa con creces las diversas exigencias y compromisos que existen para la puesta en marcha de estos mecanismos. Por eso quiero insistir una vez más en que estos procesos necesitan un punto de partida firme para concretar sus múltiples beneficios a futuro. Hasta ahora el camino de la creación de un espacio económico que exceda las fronteras nacionales -a partir de una decisión política inicial- con el objetivo de llegar a la libre circulación de todos los factores de la producción (capital, trabajo, personas y servicios) en un espacio integrado abierto al mundo, se ha perfilado como el camino más viable y auspicioso en el actual contexto globalizado, altamente competitivo y profundamente interdependiente. Así, además no sólo se amplía un desarrollo sostenido de las exportaciones de los países miembros hacia el mundo sino, al mismo tiempo, se convierten en un importante elemento para atraer inversión extranjera a cada país miembro. Pero, como decíamos al comienzo, la integración no es sólo un fenómeno económico y político y si bien es cierto los logros comerciales pueden resultar prometedores, se deben tener en cuenta otras dimensiones de estos procesos que aseguran su fortaleza y vigencia en el tiempo.
Me refiero a la enorme significación que también encierra la dimensión social y cultural de la integración. En la medida que los diversos sectores sociales de las regiones del planeta puedan interrelacionarse entre sí y encontrar cada vez más puntos de convergencia y unión, se estará garantizando un valioso clima de prosperidad y cooperación.
Específicamente en el caso latinoamericano, la consolidación de nuestros procesos subregionales de integración puede conducirnos a adoptar una necesaria posición común en problemas tradicionales que aisladamente nuestros países no han podido superar.
El surgimiento de nuevos caminos de participación popular, por ejemplo, puede convertirse en un inmejorable impulso para superar la imaginación de inmensos sectores sociales de las vidas nacionales. Cada vez está más arraigado el consenso de que una mayor cohesión social puede transformar radicalmente la faz de nuestro continente. La integración tiene, pues, otras dimensiones que conviene empezar a recorrerlas.
Espero haberte ayudado kpo