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I. RECURSOS FÓNICOS.
Aliteración.
Consiste en la repetición de la misma consonante, vocal o sílaba dentro de una misma unidad sintáctica o métrica. Esta repetición puede dar lugar a:
Eufonía. Sonidos agradables al oído:
“Con el ala aleve del leve abanico” R. Darío.
Cacofonía. Sonidos desagradables:
“Méjico pájaro regio” R. Darío.
Onomatopeya o armonía imitativa. Imitación de sonidos reales:
“En el silencio solo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.” Garcilaso de la Vega.
Paranomasia.
Consiste en poner cerca dos palabras de sonido parecido, pero de significación distinta. Con ello, se obliga al lector a hacer un esfuerzo intelectual y se subraya el contraste entre conceptos:
“Creemos los nombres
derivarán los hombres.” Juan Ramón Jiménez.
Calambur.
Agrupación de dos o más palabras con el mismo o muy parecido cuerpo fónico y significados distintos:
“¿Este es conde? Sí, este esconde
la calidad y el dinero.” Ruiz de Alarcón.
II. RECURSOS MORFOSINTÁCTICOS O GRAMATICALES.
A. Figuras de posición.
El criterio distintivo de estos recursos es su posición dentro del contexto sintáctico o métrico, ya sea por una ruptura de la disposición habitual o por la insistencia en esa disposición habitual.
Hipérbaton. (Pl, hipérbatos)
Consiste en separar dos palabras estrechamente unidas desde el punto de vista sintáctico, intercalando entre ellas otro miembro de la oración (que puede constar de una o más palabras) que no pertenece a ese lugar:
“Vinieron de diablos por ella gran gentío.” G. de Berceo.
Paréntesis.
Corresponde al hipérbaton en un contexto mayor. Consiste en interponer un elemento extraño a la construcción de la frase:
“Cayó rendido
-luz sin fuego-
entre las nubes.” Manuel Machado.
Mixtura verborum.
Es otra variante del hipérbaton. El escritor crea un caos sintáctico que exige un gran esfuerzo intelectual del receptor:
“De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío” L. de Góngora.
Paralelismo (isocolon).
Consiste en la correspondencia constructiva de varias partes, siempre plurimembres, de un todo sintáctico:
“A sus suspiros, sorda,
a sus ruegos, terrible,
a sus promesas, roca.” Tirso de Molina.
Quiasmo.
Consiste en la posición cruzada de elementos correspondientes:
“Si es que mueres en él o en él empiezas” Jorge Guillén.
Retruécano (quiasmo complejo).
Es un procedimiento expresivo en el que confluyen diversas figuras: la repetición, la antítesis y el quiasmo. Consiste en el repetición de los mismos elementos, pero invirtiéndolos de forma cruzada y simétrica para generar un sentido antitético:
“¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente? F. de Quevedo.
Correlación.
Correspondencia sintáctica o conceptual entre los miembros de dos o más conjuntos estructurados de forma similar:
“Ni en este monte, este aire, ni este río
corre fiera, vuela ave, pece nada” Góngora.
Una variante de este recurso muy usada en el Siglo de Oro es la llamada correlación diseminativo-recolectiva. En ella los elementos “correlativos” que se han ido diseminando a lo largo de la composición acaban recopilados o recolectados en el verso final. Véase “Mientras por competir con tu cabello” de Góngora o “El humo que formó cuerpo fingido” de Lope de Vega.
B. Figuras de repetición.
Geminación.
Repetición literal de una palabra o grupo de palabras al principio, en el interior o al final de una unidad sintáctica o métrica:
“Abenámar, Abenámar
moro de la morería”. Anónimo.
Anadiplosa (anadiplosis o reduplicación).
Repetición del último miembro de un verso o grupo sintáctico al comienzo del siguiente:
“Oye, no temas, y a mi ninfa dile, dile que muero” Villegas.
Concatenación.
Está constituida por la continuación de una anadiplosa que implica una gradación:
“No hay criatura sin amor
ni amor sin celos perfecto
ni celos libres de engaño
ni engaños sin fundamento.” Tirso de Molina.
Epanadiplosis.
Una frase o verso empieza y acaba con la misma palabra:
“Verde que te quiero verde” Lorca.
Anáfora.
Consiste en la repetición de elementos al principio de dos o más versos o frases:
“Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo” M. Hernández.
Epífora.
Repetición al final.
Polisíndeton.
Aliteración.
Consiste en la repetición de la misma consonante, vocal o sílaba dentro de una misma unidad sintáctica o métrica. Esta repetición puede dar lugar a:
Eufonía. Sonidos agradables al oído:
“Con el ala aleve del leve abanico” R. Darío.
Cacofonía. Sonidos desagradables:
“Méjico pájaro regio” R. Darío.
Onomatopeya o armonía imitativa. Imitación de sonidos reales:
“En el silencio solo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.” Garcilaso de la Vega.
Paranomasia.
Consiste en poner cerca dos palabras de sonido parecido, pero de significación distinta. Con ello, se obliga al lector a hacer un esfuerzo intelectual y se subraya el contraste entre conceptos:
“Creemos los nombres
derivarán los hombres.” Juan Ramón Jiménez.
Calambur.
Agrupación de dos o más palabras con el mismo o muy parecido cuerpo fónico y significados distintos:
“¿Este es conde? Sí, este esconde
la calidad y el dinero.” Ruiz de Alarcón.
II. RECURSOS MORFOSINTÁCTICOS O GRAMATICALES.
A. Figuras de posición.
El criterio distintivo de estos recursos es su posición dentro del contexto sintáctico o métrico, ya sea por una ruptura de la disposición habitual o por la insistencia en esa disposición habitual.
Hipérbaton. (Pl, hipérbatos)
Consiste en separar dos palabras estrechamente unidas desde el punto de vista sintáctico, intercalando entre ellas otro miembro de la oración (que puede constar de una o más palabras) que no pertenece a ese lugar:
“Vinieron de diablos por ella gran gentío.” G. de Berceo.
Paréntesis.
Corresponde al hipérbaton en un contexto mayor. Consiste en interponer un elemento extraño a la construcción de la frase:
“Cayó rendido
-luz sin fuego-
entre las nubes.” Manuel Machado.
Mixtura verborum.
Es otra variante del hipérbaton. El escritor crea un caos sintáctico que exige un gran esfuerzo intelectual del receptor:
“De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío” L. de Góngora.
Paralelismo (isocolon).
Consiste en la correspondencia constructiva de varias partes, siempre plurimembres, de un todo sintáctico:
“A sus suspiros, sorda,
a sus ruegos, terrible,
a sus promesas, roca.” Tirso de Molina.
Quiasmo.
Consiste en la posición cruzada de elementos correspondientes:
“Si es que mueres en él o en él empiezas” Jorge Guillén.
Retruécano (quiasmo complejo).
Es un procedimiento expresivo en el que confluyen diversas figuras: la repetición, la antítesis y el quiasmo. Consiste en el repetición de los mismos elementos, pero invirtiéndolos de forma cruzada y simétrica para generar un sentido antitético:
“¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente? F. de Quevedo.
Correlación.
Correspondencia sintáctica o conceptual entre los miembros de dos o más conjuntos estructurados de forma similar:
“Ni en este monte, este aire, ni este río
corre fiera, vuela ave, pece nada” Góngora.
Una variante de este recurso muy usada en el Siglo de Oro es la llamada correlación diseminativo-recolectiva. En ella los elementos “correlativos” que se han ido diseminando a lo largo de la composición acaban recopilados o recolectados en el verso final. Véase “Mientras por competir con tu cabello” de Góngora o “El humo que formó cuerpo fingido” de Lope de Vega.
B. Figuras de repetición.
Geminación.
Repetición literal de una palabra o grupo de palabras al principio, en el interior o al final de una unidad sintáctica o métrica:
“Abenámar, Abenámar
moro de la morería”. Anónimo.
Anadiplosa (anadiplosis o reduplicación).
Repetición del último miembro de un verso o grupo sintáctico al comienzo del siguiente:
“Oye, no temas, y a mi ninfa dile, dile que muero” Villegas.
Concatenación.
Está constituida por la continuación de una anadiplosa que implica una gradación:
“No hay criatura sin amor
ni amor sin celos perfecto
ni celos libres de engaño
ni engaños sin fundamento.” Tirso de Molina.
Epanadiplosis.
Una frase o verso empieza y acaba con la misma palabra:
“Verde que te quiero verde” Lorca.
Anáfora.
Consiste en la repetición de elementos al principio de dos o más versos o frases:
“Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo” M. Hernández.
Epífora.
Repetición al final.
Polisíndeton.
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