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Respuesta:
Desde la Antigüedad, las rutas comerciales siguieron preferentemente los ejes fluviales y la vía marítima, porque el transporte terrestre era difícil y no era rentable más que por las mercaderías onerosas.1 Las cuencas fluviales estaban ligadas entre ellas por vías anteriores a la conquista romana. Los celtas, expertos en metalurgia, utilizaron carretas sobre ejes menos elaborados que las vías romanas, pero mejor adaptados al transporte de mercaderías (para pendientes más acentuadas, por ejemplo): las famosas vías romanas eran queridas antes que nada para transferir rápidamente tropas o correos.12
El Imperio romano con su fiscalización directa pudo mantener una administración y servicios públicos abundantes: en particular, un potente ejército, una administración fiscal competente que podía administrar el catastro necesario a la exacción de impuestos directos y escuelas. No obstante, el hecho de deber mantener una plebe ociosa tornaba pesada la presión fiscal sobre las colonias a niveles cada vez menos aceptables. Cuando los bárbaros constituyeron las tropas auxiliares romanas se volvieron en contra del imperio y crearon sus propios reinos, conservaron las estructuras económicas existentes y, en particular, las vías comerciales y la estructura de las explotaciones agrícolas que comprendían muchos latifundios (grandes dominios esclavistas). Fueron bastante mejor aceptados porque no conservaron el pesado sistema fiscal imperial y no expulsaban a las élites. Desde un punto de vista monetario, el solidus de oro romano siguió siendo la moneda de base hasta los Carolingios.3
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