Respuestas
Respuesta:
Hace muchos, muchos años, en el sur de la China, vivía un muchacho llalado Ah Tcha. Ah Tcha era huérfano, pero muy rico. Día a día crecía el número de sus granjas y molinos.
Explicación:
Respuesta:
Hace muchos, muchos años, en el sur de la China, vivía un muchacho llamado Ah Tcha. Ah Tcha era huérfano, pero muy rico. Día a día crecía el número de sus granjas y molinos. Para atender todos sus negocios, Ah Tcha dormía muy poco.
Explicación:
Hace muchos, muchos años, en el sur de la China, vivía un muchacho llamado
Ah Tcha. Ah Tcha era huérfano, pero muy rico. Día a día crecía el número de sus
granjas y molinos. Para atender todos sus negocios, Ah Tcha dormía muy poco.
Trabajaba hasta las últimas horas de la noche, y mucho antes de salir el sol ya estaba
de nuevo en sus ocupaciones.
Entre los trabajadores de Ah Tcha, todos conocían a Nu Wu, la más anciana
de ellos. Nu Wu, a pesar de sus años, realizaba a la perfección todos los trabajos
que le encomendaban; pero Ah Tcha le pagaba sólo una pequeña cantidad de dinero:
decía que se trataba de una anciana.
Un día, Ah Tcha pretendió que la anciana Nu Wu aumentara su rendimiento
en el trabajo, sin aumentarle para nada su salario.
- Vas a ser castigado, Ah Tcha -dijo misteriosamente la anciana.
Y así fue. Ah Tcha se volvió dormilón. Cada día se levantaba más tarde y se
acostaba más temprano. Al cabo de un tiempo pasaba la mayor parte de su vida
durmiendo. Los negocios de nuestro amigo empezaron a andar mal. Sus molinos no
tenían grano para moler y en sus campos no se producía nada. Sus vecinos le
empezaron a seguir juicios y terminaron apoderándose de casi todos sus bienes. Ah
Tcha ni siquiera podría defenderse; casi nunca estaba despierto.
Un día, un poderoso dragón bajó desde las montañas y empezó a perseguir a
los habitantes de esa región de China. Todos corrieron a esconderse a lugares seguros, menos Nu Wu que se encontraba trabajando en el campo. La anciana corrió
hasta la casa de Ah Tcha y golpeó la puerta con todas sus fuerzas.
- ¡Ah Tcha, abre, abre! Me persigue el dragón.
Pero Ah Tcha dormía. Sólo al cabo de un rato abrió la puerta casi sin despertar.
- Ah Tcha, despierta -le decía Nu Wu-. Tenemos que escondernos del dragón.
Pero Ah Tcha no despertaba. Entonces Nu Wu sacó unas hojas de un cesto
que llevaba. Calentó agua y echó las hojas adentro. Luego hizo que Ah Tcha se tomara
la infusión.
Apenas hubo tomado el líquido caliente, los ojos de Ah Tcha se abrieron.
Estaba completamente despierto. Se dio cuenta del riesgo y ayudó a esconderse a
la anciana Nu Wu y ambos se salvaron del peligroso dragón.
Al cabo de un rato, Ah Tcha volvió a sentir mucho sueño