• Asignatura: Castellano
  • Autor: herminiasanhez37
  • hace 5 años

Una noche,
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche,
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lánguida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
Y eran una
y eran una
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!

Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba…
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chirrido de las ranas.

Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
¡entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...

Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella...

¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...


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UNA NOCHE

   NOCTURNO III

   Una noche

una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,

   Una noche

en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,

a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,

     muda y pálida

como si un presentimiento de amarguras infinitas,

hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,

por la senda que atraviesa la llanura florecida

   caminabas,

   y la luna llena

por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,

   y tu sombra

   fina y lángida

   y mi sombra

por los rayos de la luna proyectada

sobre las arenas tristes

de la senda se juntaban.

   Y eran una

   y eran una

¡y eran una sola sombra larga!

¡y eran una sola sombra larga!

¡y eran una sola sombra larga!

   Esta noche

   solo, el alma

llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,

separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,

   por el infinito negro,

   donde nuestra voz no alcanza,

   solo y mudo

   por la senda caminaba,

y se oían los ladridos de los perros a la luna,

   a la luna pálida

   y el chillido

   de las ranas,

sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba

tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

   ¡entre las blancuras níveas

   de las mortüorias sábanas!

Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,

   Era el frío de la nada...

   Y mi sombra

   por los rayos de la luna proyectada,

   iba sola,

   iba sola

   ¡iba sola por la estepa solitaria!

   Y tu sombra esbelta y ágil

   fina y lánguida,

como en esa noche tibia de la muerta primavera,

como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

   se acercó y marchó con ella,

   se acercó y marchó con ella,

se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!

¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...

autógrafo

José Asunción Silva

UNA NOCHE

   NOCTURNO III

   Una noche

una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,

   Una noche

en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,

a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,

     muda y pálida

como si un presentimiento de amarguras infinitas,

hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,

por la senda que atraviesa la llanura florecida

   caminabas,

   y la luna llena

por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,

   y tu sombra

   fina y lángida

   y mi sombra

por los rayos de la luna proyectada

sobre las arenas tristes

de la senda se juntaban.

   Y eran una

   y eran una

¡y eran una sola sombra larga!

¡y eran una sola sombra larga!

¡y eran una sola sombra larga!

   Esta noche

   solo, el alma

llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,

separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,

   por el infinito negro,

   donde nuestra voz no alcanza,

   solo y mudo

   por la senda caminaba,

y se oían los ladridos de los perros a la luna,

   a la luna pálida

   y el chillido

   de las ranas,

sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba

tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

   ¡entre las blancuras níveas

   de las mortüorias sábanas!

Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,

   Era el frío de la nada...

   Y mi sombra

   por los rayos de la luna proyectada,

   iba sola,

   iba sola

   ¡iba sola por la estepa solitaria!

   Y tu sombra esbelta y ágil

   fina y lánguida,

como en esa noche tibia de la muerta primavera,

como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

   se acercó y marchó con ella,

   se acercó y marchó con ella,

se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!

¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...

autógrafo

José Asunción Silva

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