Uno de los placeres de una nueva película de Pixar es la oportunidad de sorprenderse con lo que la animación puede hacer. A veces eres testigo de un avance grande y audaz, como el renderizado por computadora del pelaje de los monstruos en Monsters, Inc., del agua en Buscando a Nemo o del metal en Cars. Las innovaciones en Coco no son menos satisfactorias, aunque su naturaleza es más sutil. La textura del cuero y los pliegues oxidados del metal corrugado tienen una cualidad áspera, casi táctil. Los huesos humanos, los perros sin pelo y los pétalos de cempasúchil parecen extrañamente (pero no perturbadoramente) reales. Hay momentos de rigor cinematográfico —cuando los animadores imitan los movimientos y los efectos focales de una cámara tradicional en un espacio físico verdadero— que alegrarán el corazón de cualquier fanático del cine. Sin mencionar el número musical inspirado en Frida Kahlo con semillas de papaya bailarinas.
Coco también es una de las películas de Pixar que intentan hacer una innovación conceptual, al aplicar colores brillantes y el sentimentalismo de la animación comercial moderna a un tema o una experiencia sorpresiva. Desde el inicio, el estudio ha explorado las vidas íntimas de objetos inanimados como lámparas y juguetes con una ternura que ahora damos por sentada. También ha invocado el futuro poshumano (Wall-E) y la conciencia humana (Intensa-mente) con una ingenuidad sobrecogedora. Y ahora se dispone a crear una caricatura para toda la familia acerca de la muerte.
No dejes que eso te asuste a ti o a tus hijos. Hay un asesinato (revelado en el tercer acto) y un accidente mortal relacionado con la campana de una iglesia (que se presencia en el primero), pero la vida después de la muerte en Coco es un lugar cálido y frenético, más cómico que espeluznante. La historia está ambientada durante el Día de Muertos, cuando, según la tradición mexicana (o por lo menos la interpretación que hacen Lee Unkrich y Adrián Molina, quienes dirigieron el guion escrito por Molina y Matthew Aldrich), los controles fronterizos entre la vida y la muerte se relajan y los difuntos pueden pasar temporalmente a la tierra de los vivos. Un jovencito llamado Miguel (con la voz en español de Luis Ángel Gómez Jaramillo) hace ese mismo recorrido a la inversa, lo cual no quiere decir que muera, sino que su cuerpo, a través de varios resquicios metafísicos que la película explica conforme avanza, se transporta a un mundo fantástico de espectros y esqueletos, los cuales organizan fabulosas fiestas y conciertos escandalosos al aire libre.
Casi tan encantador como el mundo mágico es el pueblo mexicano de Santa Cecilia, el lugar de origen de Miguel, donde forma parte de un próspero clan de zapateros. La vibra cultural de Coco es incluyente en vez de exótica, con lo cual combate anticipadamente las preocupaciones inevitables acerca de la autenticidad y la apropiación con una mezcla de encanto y sensibilidad que se ha convertido en un sello distintivo de Disney en el siglo XXI. Aquí, la importancia de la familia —el hogar multigeneracional que apoya y limita al protagonista— es tanto específica como universal. Es lo que explica los pormenores de la historia de Miguel y también lo que conecta a los espectadores con el personaje principal, sin importar sus orígenes......
ES UNA RESEÑA VERDADERO O FALSO Y POR QUE
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Mucho texto :{
karlaiop5:
lo siento
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