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ignorancia (del latín ignorantĭa) es la falta de conocimientos en particular o de cultura en general. La persona que ignora algo no lo conoce o no lo comprende. Por ejemplo: “No me hables de química: mi ignorancia en esa materia es absoluta”, “La ignorancia sólo se combate con educación”.
La ignorancia, por lo tanto, puede considerarse en sentido absoluto (la persona o el grupo social que carece de formación: “Hay mucha ignorancia en este país”, “A los poderosos les resulta conveniente que haya ignorancia en el pueblo: así es más fácil someterlo”) o respecto a un contenido concreto (cuando alguien no conoce algo determinado: “Decidí realizar un curso para terminar con mi ignorancia sobre computación”).
Además de todo lo expuesto no podemos pasar por alto tampoco el hecho de que el término que nos ocupa también es muy utilizado en el ámbito del Derecho. Así, en dicho sector con la mencionada palabra se intenta expresar que alguien tiene desconocimiento de absoluto de la ley reinante. Sin embargo, esto no se podrá alegar en un juicio como causa exhimiente ya que se establece que una vez que la legislación es publicada, todos los ciudadanos tienen que conocerla.
En el ámbito filosófico existe una expresión en latín que hace uso del concepto que ahora estamos analizando. Se trata en concreto de Docta ignorantia, que se emplea para dejar patente que el sabio mantiene una actitud muy prudente a la hora de abordar lo que es la limitación que existe sobre las facultades del conocimiento o sobre los problemas del Universo.
El teólogo Nicolás de Cusa, considerado el padre de la filosofía alemana, fue uno de los personajes históricos que más hizo uso de dicha expresión latina. Pero no fue el único pues también hicieron lo propio San Buenaventura o San Agustín.
Otro de los filósofos más importantes de la historia que también abordó con interés y profundidad el término ignorancia fue el griego Platón. Para él dicha ignorancia era la culpable de todos los males que asolaban a la sociedad de aquel momento. En concreto consideraba que cuando alguien hacía el mal eso era fruto palpable de su falta de conocimientos, de su ignorancia.
Más allá de la ausencia de conocimiento, la ignorancia también puede estar dada por la imperfección en los contenidos del saber o por la falta de validez de la información que se maneja: “¡Qué ignorancia! El vecino está convencido que Río de Janeiro es la capital de Chile”.
La ignorancia, a nivel general, es una herramienta para mantener el statu quo. Cuando las personas no saben algo, no pueden cambiarlo. En otras palabras: primero hay que conocer la realidad para, entonces, poder modificarla.
Algunas creencias culturales o religiosas son un reflejo de la ignorancia. La persona que decide llevar a su hijo enfermo a un brujo en lugar de un médico refleja que no conoce la importancia de los sistemas de salud. Aquel que no hace nada para cambiar su situación personal porque cree que todo obedece a la voluntad divina también muestra su ignorancia.