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La Astrología es una antiquísima ciencia fundada en la creencia de que existen múltiples relaciones significativas entre todos los fenómenos, especialmente entre los de la Tierra (seres humanos, animales, acontecimientos de todo tipo) y los del Cielo (las estaciones del año, los planetas, los diversos sectores del firmamento con sus constelaciones y estrellas, etc). Un ejemplo fácilmente accesible nos lo da la constatación de que el año, elemento básico en la ordenación de la vida social, se basa en el movimiento de traslación del planeta en torno al Sol (1). Lo mismo sucede con el mes -basado en el ciclo lunar- la semana -fundada en la relación de cada día con un determinado planeta- (2) y el día -basado en el movimiento de rotación terrestre-.
Las relaciones que estudia la Astrología se basan en un simbolismo natural, fundado en la analogía. Así por ejemplo, el Sol puede asociarse con la Luz, el Calor y el Verano de un modo inmediato; la Astrología lo asocia, además, con el signo de Leo, el poder real, la arrogancia y animales como el león o el pavo real.
Del mismo modo se procede con la Luna y los demás planetas, así como con otros elementos del sistema astrológico.
La Astrología ha supuesto, históricamente, el primer intento de realizar una síntesis de todos los conocimientos, en la cual -a diferencia de la ciencia moderna- se integraban no sólo los aspectos que hoy consideramos “científicos”, sino también los conocimientos mágicos y religiosos. Esta síntesis fue de vital importancia a lo largo de toda la Antigüedad (Mesopotamia, Egipto, India, Mundo Clásico, Civilización Maya etc) y continuó floreciente a lo largo de las Edades Media y Moderna, tanto en el Islam como en la Cristiandad.
Sólo a lo largo de los siglos XVIII y XIX conoció una relativa decadencia, que en parte ha sido superada por su renacimiento en el siglo XX, para el que ha contado con el apoyo de importantes estudiosos de la mente humana, como Carl G. Jung, entre otros.
Denostada por unos y ensalzada por otros, la Astrología siempre ha gozado del apoyo del público, aunque su vulgarización en las revistas, periódicos y hoy día Internet, no contribuye a una profunda comprensión de sus postulados.
También se benefició del reconocimiento de políticos y magnates (no en vano se trata de una ciencia tradicionalmente asociada al poder real). Imponentes obras de arte, como por ejemplo el Monasterio del Escorial, deben en gran parte su diseño a criterios astrológicos; por no hablar de muchas de las pinturas más importantes del Renacimiento y del Barroco (3).
Para terminar debemos, no obstante, advertir que el estudio profundo de la Astrología puede comportar determinados riesgos y no debe ser recomendado indiscriminadamente. Se exigen cualificaciones no sólo intelectuales, sino también morales, muy altas. La Astrología es susceptible de abuso, y ese abuso puede dar lugar a importantes problemas psíquicos.
NOTAS
(1) En la perspectiva geocéntrica, habitual en las antiguas civilizaciones, cabría expresarlo justamente a la inversa.
(2) En la Antigüedad se tuvieron en cuenta sólo siete planetas: Mercurios, Venus, Tierra, Luna, Marte, Júpiter y Saturno. En la Astrología Contemporánea se consideran también los descubiertos más recientemente.
(3) La Astrología llegó a ser recomendada por las Cortes de los siglos XV y XVI como un necesario complemento de la Medicina y se crearon cátedras en varias ciudades de Europa y España- Valencia- . Pedro Ciruelo teólogo que negaba lo que él llamaba supersticiones, llegó a afirmar que en cuanto a la Astrología se refiere ésta no formaba parte de tales supersticiones. En su tratado llamado Tratado de Antisupersticiosos (1530) afirma: “La Astrología es la ciencia verdadera como la Filosofía Natural o la Medicina”. Felipe II contó con varias cartas astrales que realizaba para él el astrólogo de la corte. De otro lado el Prognosticon es la carta natal que se conserva en la biblioteca escurialense