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Érase una vez un niño llamado Daniel, que era muy fanático a los video juegos.
Al salir de la escuela fue corriendo a la tienda donde podía jugarlos, pero cuando llegó, solo quedaban dos máquinas disponibles y una de ellas estaba con un letrero de “fuera de servicio”.
Corrió hacia la que estaba operativa, pero un chico le ganó la carrera, y Daniel, en lugar de irse a casa, empezó a curiosear una máquina averiada de realidad virtual.
No supo qué tocó pero lo siguiente que vió fue un rayo de luz azul y en unos segundos estaba en un lugar totalmente distinto.
Todo a su alrededor era de colores vivos y comenzaron a aparecer figuras cuadriculadas que formaban torres y caminos. Además, justo enfrente de Daniel apareció un enorme pasillo que le hizo recordar las autopistas.
Al caminar por ese pasillo vio una galleta flotando y tuvo la intuición de que debía tomarla. La agarró y se la comió.