Respuestas
Respuesta: La participación de las mujeres en la vida de la Iglesia está todavía lejos de ser plenamente efectiva. Es una cuestión abierta. Podría parecer que el progreso de la sociedad civil, donde las mujeres asumen cada vez más papeles de responsabilidad, podría dictar la necesidad de un cambio en la Iglesia. En realidad esta es sólo una razón adicional, o si se quiere, un motivo de acicate. En realidad, la razón fundamental para exigir un cambio en la Iglesia es mucho más profunda y tiene otra naturaleza.
No se trata de una cuestión de más o menos democracia, porque la Iglesia no es una democracia. La Iglesia, en cuanto comunidad visible y comunidad espiritual al mismo tiempo -como nos recuerda la Constitución conciliar sobre la Iglesia Lumen Gentium– constituye «una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino» (cfr. n. 8). En consecuencia, tratándose de una sociedad divino-humana, las razones que justifican y que se pueden exigir una verdadera participación de las mujeres en la Iglesia son de naturaleza teológica: es decir, que se deben buscar dentro de la fe y no fuera.
Explicación: