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La reutilización de los espacios patrimoniales históricos en el último cuarto del siglo XX en México analizada en la esfera de las ciencias sociales, tiene dos vertientes, la que resulta de la ocupación del suelo urbano desde la economía de mercado dominante, o de las instancias del Estado, y la que surge del ambiente sociourbano crítico que trae consigo los grandes problemas sociales durante los períodos de crisis que la sociedad civil expresa mediante las movilizaciones.
En ambos casos se desenvuelven con frecuencia juntos, pero de manera contradictoria, y durante más de dos décadas han tenido como escenario el Centro Histórico, convertido esta geografía urbana central en espacio patrimonial protagónico de los problemas sociales. Su ocupación frecuente fue determinada por las crisis y por la herencia histórica de acudir a los sitios donde están las raíces culturales y valores de identidad nacional.
La conservación del patrimonio histórico, cuestionada por los problemas económicos y políticos y las movilizaciones populares, corre al paralelo como espacio actor ante las dificultades sociales que se agregan a las memorias de la ciudad como hechos del Centro Histórico. La salvaguarda de la geografía urbana del Centro Histórico la realiza la propia sociedad civil con su apropiación. El Centro Histórico de la Ciudad de México ha sido la geografía urbana de grandes rupturas sociedad-Estado en nuestro país en las últimas tres décadas. Ahí se mostraron y protagonizaron los grandes problemas motivo de los rompimientos, desde sus antecedentes y surgimiento como nación hasta nuestros días.
Fue lugar de salvamento de la República y de afirmación de la nacionalidad a mediados del siglo XIX, pese a su ocupación por fuerzas extranjeras. Soportó gobiernos espurios por algunos años, pero la apropiación de la población insurgente de los espacios abiertos, durante las grandes crisis nacionales, restauró para si la unidad de lo que permaneció como país, pues otro tanto de lo existente del territorio nacional fue despojado por el imperio norteamericano en ascenso.
La consolidación de Estado mexicano con la Revolución de 1910 permitió durante más de siete décadas expresar su hegemonía en los espacios patrimoniales históricos con actos de reafirmación e identidad nacional. No sin manifestaciones sociales que mostraron grietas del sistema debido a la desigual distribución de la riqueza generada, una mayor acumulación del capital en sectores sociales minoritarios ante una pobreza cada vez mayor en amplias capas de la población del país.
El movimiento estudiantil-popular del 68 fue el parte-aguas político de la nación y el inicio del protagonismo intensivo del Centro Histórico como espacio crítico.
Sin embargo, el antagonismo social expresado en el Centro Histórico fue paralelo a la permanente emigración de la población del centro y sur del país al norte del territorio, unos para cruzar la frontera y otros para trabajar en las maquiladoras que desde mediados de la década de los años sesentas fueron instalados. Se puede afirmar que las vastas emigraciones de población al norte del territorio nacional y al vecino país, evitaron mayores conflictos sociales. Todo esto en el marco de un Estado poderoso políticamente mediante el corporativismo sindical, así como por el subsidio que se adjudica la Administración pública de la riqueza del petróleo, aun de la nación.
A las expresiones de grandes rupturas sociedad-estado en el país y en la capital de la República, particularmente en el Centro Histórico, había que abrir las válvulas de escape social permitiendo las marchas, mítines y manifestaciones en el lugar que inició el protagonismo de los problemas sociales: el Zócalo. Asimismo, se consintió, una tolerancia obligada por la presión social, a los vendedores ambulantes en esta área de la metrópoli para mitigar el desempleo y los bajos salarios impuestos desde los organismos estatales de control social, como la Secretaría de Trabajo, en combinación con un sindicalismo mayoritariamente deteriorado y en descomposición gremial.
Los movimientos sociales en México casi siempre tomaron como punta de lanza el Centro Histórico, que ya conquistado por los ciudadanos inconformes, resultaría peligroso para el Estado mexicano continuar con la represión de décadas anteriores, ante la debacle de la economía del país en la década de los ochentas, amén de las políticas públicas deterioradas por la propia administración gubernamental y el descrédito del partido de Estado de más de medio siglo en el poder político.
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