√√√LÍNEA DE TIEMPO DE CADA ACCIÓN REALIZADA POR KEAWE DESDE QUE ENCUENTRA LA BOTELLA POR PRIMERA VEZ HASTA QUE LA PIERDE. derl diablo de la botellaa
Respuestas
Si es esta dame un me encanta plisssss ok
–Esta casa –dijo Keawe– es en verdad muy hermosa; si yo viviera en otra
parecida, me pasaría el día riendo. ¿Cómo es posible, entonces, que no haga
usted más que suspirar?
–No hay ninguna razón –dijo el hombre–, para que no tenga una casa en
todo semejante a ésta, y aún más hermosa, si así lo desea. Posee usted algún
dinero, ¿no es cierto?
–Tengo cincuenta dólares –dijo Keawe–, pero una casa como ésta costará
más de cincuenta dólares.
El hombre hizo un cálculo.
–Siento que no tenga más –dijo–, porque eso podría causarle problemas
en el futuro, pero será suya por cincuenta dólares.
–¿La casa? –preguntó Keawe.
–No, la casa no –replicó el hombre–; la botella. Porque debo decirle que
aunque le parezca una persona muy rica y afortunada, todo lo que poseo, y esta
casa misma y el jardín, proceden de una botella en la que no cabe mucho más
de una pinta.
Y abriendo un mueble cerrado con llave, sacó una botella de panza
redonda con un cuello muy largo; el cristal era de un color blanco como el de la
leche, con cambiantes destellos irisados en su textura. En el interior había algo
que se movía confusamente, algo así como una sombra y un fuego.
–Ésta es la botella –dijo el hombre; y, cuando Keawe se echó a reír,
añadió–: ¿No me cree? Pruebe usted mismo. Trate de romperla.
De manera que Keawe cogió la botella y la estuvo tirando contra el suelo
hasta que se cansó; porque rebotaba como una pelota y nada le sucedía.
–Es una cosa bien extraña –dijo Keawe–, porque tanto por su aspecto
como al tacto se diría que es de cristal.
–Es de cristal –replicó el hombre, suspirando más hondamente que
nunca–, pero de un cristal templado en las llamas del infierno. Un diablo vive
en ella y la sombra que vemos moverse es la suya, al menos lo creo yo. Cuando
un hombre compra esta botella, el diablo se pone a su servicio; todo lo que
esa persona desee, amor, fama, dinero, casas como ésta o una ciudad como
San Francisco, será suyo con sólo pedirlo. Napoleón tuvo esta botella, y gracias
a su virtud llegó a ser el rey del mundo; pero la vendió al final y fracasó. El
capitán Cook también la tuvo, y por ella descubrió tantas islas; pero también
él la vendió, y por eso lo asesinaron en Hawaii. Porque al vender la botella
desaparecen el poder y la protección; y a no ser que un hombre esté contento
con lo que tiene, acaba por sucederle algo.
–Y sin embargo, ¿habla usted de venderla? –dijo Keawe.
–Tengo todo lo que quiero y me estoy haciendo viejo –respondió el
hombre–. Hay una cosa que el diablo de la botella no puede hacer... y es
prolongar la vida; y, no sería justo ocultárselo a usted, la botella tiene un
inconveniente; porque si un hombre muere antes de venderla, arderá para
siempre en el infierno.
–Sí que es un inconveniente, no cabe duda –exclamó Keawe–. Y no
quisiera verme mezclado en ese asunto. No me importa demasiado tener una
casa, gracias a Dios; pero hay una cosa que sí me importa muchísimo, y es
condenarme.
–No vaya usted tan de prisa, amigo mío –contestó el hombre–. Todo lo
que tiene que hacer es usar el poder de la botella con moderación, venderla
después a alguna persona como estoy haciendo yo ahora y terminar su vida
cómodamente.
–Pues yo observo dos cosas –dijo Keawe–. Una es que se pasa usted todo
el tiempo suspirando como una doncella enamorada; y la otra que vende usted
la botella demasiado barata.
–Ya le he explicado por qué suspiro –dijo el hombre–. Temo que mi salud
esté empeorando; y, como ha dicho usted mismo, morir e irse al infierno es una
desgracia para cualquiera. En cuanto a venderla tan barata, tengo que explicarle
una peculiaridad que tiene esta botella. Hace mucho tiempo, cuando Satanás
la trajo a la tierra, era extraordinariamente cara, y fue el Preste Juan el primero
que la compró por muchos millones de dólares; pero sólo puede venderse si se
pierde dinero en la transacción. Si se vende por lo mismo que se ha pagado por
ella, vuelve al anterior propietario como si se tratara de una paloma mensajera.
De ahí se sigue que el precio haya ido disminuyendo con el paso de los siglos
y que ahora la botella resulte francamente barata. Yo se la compré a uno de
los ricos propietarios que viven en esta colina y sólo pagué noventa dólares.
Podría venderla hasta por ochenta y nueve dólares y noventa centavos, pero
Respuesta:
ay esta espero y sea eso xq yo ni idea