¿la Revolución Ciudadana hizo que ecuador alcanzara mayores derchos y una ampliación de la democracia?

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Respuesta dada por: ekleticia06
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RESUMEN

En el 2015 confluyeron una serie de problemas que han generado incertidumbre en torno al futuro de la "Revolución Ciudadana" del presidente ecuatoriano Rafael Correa. El desplome de los precios del petróleo golpeó fuertemente a la economía ecuatoriana, centrada en la exportación de recursos naturales y dependiente del gasto público. La insatisfacción ciudadana se hizo sentir a través de masivas jornadas de protesta en contra de las reformas legislativas y las enmiendas constitucionales del oficialismo. Y el inesperado declive en la popularidad de Correa, junto a su decisión de abstenerse de buscar la reelección en el 2017, configuran un escenario difícil para el correísmo. La suerte del oficialismo en los próximos comicios dependerá de cómo se resuelvan estas tensiones en el 2016.

LA SORPRESA DEL AÑO 2006

El año 2006, tras años de ignominia y entreguismo, un emblema izó la ilusión del pueblo ecuatoriano: nació la Revolución Ciudadana, para enfrentar el oprobio que la partidocracia, trust político que con sus taras aristocráticas, con la fusión de los capitales financiero, bancario, mediático, y su dominio absoluto sobre las instituciones de control y de administración de justicia, había devastado la moral y la quimera de cualquier transformación.

La derecha oligárquica no advirtió que aquellos hombres y mujeres se atreverían a escribir páginas inéditas en la historia contemporánea, basados en la línea ética de defender los intereses de la Nación. Así surgió la iniciativa, puesta en escena en la campaña electoral de 2006, de VOLVER A TENER PATRIA, premisa del aragonés Joaquín Costa y promovida en el Ecuador de los años cuarenta por el maestro Benjamín Carrión.

 

Con el liderazgo del compañero Rafael Correa Delgado, miles de voluntarios asumieron la tarea de organizar la esperanza. Sin recursos, sin patrocinios oscuros, sin pactos ni convenios subterráneos, el anhelo de cambiar las estructuras injustas tomó cuerpo en una campaña que invocó el legado del Libertador Simón Bolívar, de Manuela Sáenz, Antonio José de Sucre, Eloy Alfaro, y cuyo programa de gobierno, redactado sobre la base del aporte de más de cuatro mil compañeros, sacudió los cimientos del concepto de democracia. Sin redistribución de la riqueza, sin igualdad de oportunidades, sin respeto a las alteridades, era utópico hablar de democracia, y esas nuevas definiciones calaron profundamente en una ciudadanía que por primera vez era convocada a participar y no ser pasiva espectadora.

Tras la primera vuelta electoral, el enfrentamiento en el balotaje puso frente a frente no solamente a dos hombres que simbolizaban el antagonismo de clase y de intereses: el catedrático Rafael Correa vs. el magnate heredero y banquero Álvaro Noboa, sino que en sus programas de gobierno se exhibían las mayores contradicciones de la era contemporánea. De un lado la defensa de la soberanía, de la hegemonía del trabajo sobre el capital, de la supremacía del Buen Vivir, del Estado popular; en la otra orilla, la desgastada retórica de sometimiento al Fondo Monetario Internacional, el Estado aparente, la permisividad a la instalación de plataformas militares extranjeras, como la Base de Manta, entregada sumisamente a los Estados Unidos en 1999 por el gobierno demócrata cristiano, amén de la colusión de intereses con la banca y sus adláteres.

La victoria fue un campanazo histórico, y el 15 de enero del 2017 se posesionó el primer gobierno del Presidente Rafael Correa Delgado. Ese mismo día se empezó a urdir la conspiración y, a escondidas, la deslealtad y la traición.

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