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Respuesta:
- clase dominante al frente del poder político y económico de la nación los blancos criollos.
-la dinámica social
-la dinámica comercial
Respuesta:
La historia de México después de consumada la gesta de Independencia es dolorosa y traumática. A las innumerables pérdidas de vidas humanas habría que añadir el desplome de la economía abatida por muchos años de guerra: Minas inundadas, comercio desarticulado, agricultura escasa de capitales y de brazos. Por supuesto, en toda guerra civil el resultado es de carácter semejante.
En el México independiente hay que agregar que se generaron cotos de poder relativamente autónomos, derivados del peculiar desarrollo de las actividades militares. El ejército, que durante los tres siglos de la Colonia fue un fiel garante de las instituciones, se transformó en un organismo de divisiones internas, exigente, levantisco, que ponía o deponía presidentes en golpes de estado no siempre cruentos. La Hacienda Pública estaba en plena banca rota, los egresos eran superiores a los ingresos, y en muchas ocasiones, para solventar los pagos, se entregaban los ingresos anuales de la Aduana de Veracruz o Acapulco a los usureros que habían prestado el dinero al gobierno.
En esas condiciones, los primeros presidentes del México Independiente consideraron necesario contraer una deuda externa, que fue dilapidada en gasto corriente, sin que fuera invertida productivamente, al cabo de unos años México se encontraba en la imposibilidad de pagar la deuda que se había contraído. Las ilusiones, algunas de ellas ingenuas, que animaron a muchos que se lanzaron a los campos de batalla durante cruentos once años, se estrellaban contra la realidad, dura y detestable.
En esas situaciones se generaron nuevos proyectos de transformación de la realidad, que en algunos casos revivían aspectos de la Colonia, mientras que en otros acentuaban cambios profundos. Todos sentían que el país se les deshacía entre las manos. Y ahora es meritorio reconocer como, pese a todos los problemas, internos y externos, México se consolidó como una nación independiente.
Uno de esos proyectos fundamentales lo constituye la Guerra de Reforma o de los Tres Años (1858-1861). Fue expresión radical de un conflicto que inició a finales del siglo XVIII novohispano, la consolidación de un estado nacional liberal ante instituciones establecidas y muy poderosas, como la iglesia y su dominio sobre la vida política y cultural de México.
Conscientes de la acentuada división étnica; la desigualdad económica y social; las escabrosas ambiciones de militares y caudillos; la enconada rivalidad política y la acometida del imperialismo, la generación de ese entonces de políticos; escritores; poetas; historiadores y legisladores; fundó las instituciones republicanas y una gama de periódicos, revistas y academias científicas y literarias de calidad excepcional; discurrió que la historia y la educación debían ser moderadoras del “carácter nacional”, escribió novelas de costumbres con rostros y paisajes mestizos. En estos años el gobierno inicia la tarea de inculcar en los ciudadanos la conciencia histórica necesaria para el Estado Secular en construcción.
Años antes, desde la guerra de 1847, y con más impulso al consumarse el triunfo sobre el imperialismo francés y el conservadurismo nacional, se configura un panteón de héroes cuyo rasgo distintivo es la defensa de la patria ante el invasor extranjero: Los Niños Héroes; la conmemoración de la Batalla del 5 de Mayo; la exaltación de las imágenes de Benito Juárez; Ignacio Zaragoza y otros patriotas.
Ignacio Ramírez (el Nigramonte); Manuel Payno; Sebastián y Miguel Lerdo de Tejada; Vicente Riva Palacios; Ignacio Manuel Altamirano y otros más formaron la llamada “Generación de la Reforma”, que contribuyó a forjar un espíritu patriótico que se elevó por encima de los desastres.
Esta destacada generación se enfrentó a tres enormes desafíos: Construir una república asentada en leyes; infundirle a los ciudadanos un espíritu nacionalista; y definir los medios para alcanzar esas metas, que a la postre fueron la educación; la literatura; las artes; los símbolos nacionales y el fortalecimiento del Estado.
El iniciador de la Independencia, y por ende Padre de la Patria, fue Miguel Hidalgo y Costilla.
Benito Juárez, uno de los personajes más preclaros del panteón de los héroes, quien posterior a la Independencia forjó a México como nación.