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La conclusión, en este caso, es que la genética no es una barrera infranqueable, sino todo lo contrario, ya que la práctica deportiva y una alimentación sana son suficientes para que la predisposición a la obesidad que confieren las mutaciones de los genes FTO y MC4R pueda ser anulada. Sólo el sedentarismo y una dieta inadecuada hacen que, como sucede en la mayoría de las personas, aumente el IMC, el diámetro de la cintura y, como consecuencia, el sobrepeso y la obesidad.
DaianValentiba:
Gracias!
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