• Asignatura: Castellano
  • Autor: catzinmenasocorro
  • hace 5 años

El valor de la diversidad para la democracia​

Respuestas

Respuesta dada por: Anónimo
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Respuesta:coronita por fa

Explicación:No es cierto que las sociedades en los últimos años se hayan hecho más diversas; siempre lo han sido. Lo que se ha estrechado es nuestra idea de diversidad y la función que cumple en las democracias.

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Kenan Malik16 julio 2017

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Si hay dos temas que definen el debate político contemporáneo, son la diversidad y la democracia. Desde la crisis migratoria al islam radical o el multiculturalismo, el miedo a las consecuencias de la diversidad ha enraizado profundamente en las sociedades occidentales. Estos miedos han sido un factor esencial en el crecimiento de los partidos populistas y en los resultados electorales de personajes como Donald Trump, Geert Wilders o Marine Le Pen. Esto ha llevado a muchos a tener miedo de la propia democracia, que consideran que se está desbaratando por el éxito del populismo. Otros han sugerido que las sociedades occidentales son demasiado democráticas y que el proceso democrático necesita limitarse para acotar las ideas y los líderes indeseables.

Para deshacer los nudos de esta discusión, quiero emprender tres tareas: primero, observar lo que consideramos diversidad y cuestionar la idea de que las sociedades diversas son nuevas; segundo, mostrar cómo los cambios políticos en décadas recientes han ayudado a desunir las ideas de democracia y diversidad; y tercero, explorar cómo tendríamos que relacionar democracia y diversidad.

Uno de los mitos contemporáneos más persistentes es que las sociedades europeas solían ser homogéneas, pero se han vuelto diversas gracias a la inmigración. Tanto los que son hostiles a la inmigración como los que apoyan la diversidad aceptan esta tesis. Lo hacen solo por amnesia histórica, y porque hemos terminado por adoptar un criterio muy selectivo de lo que significa ser diverso.

Cuando hablamos de sociedades europeas como históricamente homogéneas, lo que queremos decir es que solían ser étnicamente, o quizá culturalmente, homogéneas. Pero el mundo es diverso de muchas maneras, dividido en diferencias no solo étnicas sino de clase, género, fe, política y más.

Muchos se preocupan hoy del choque entre el islam y Occidente, y temen que los valores islámicos sean incompatibles con los valores occidentales. Asumimos que esas clases y esos miedos son nuevos, el producto de una Europa diversificada a través de la inmigración masiva. Pero el conflicto religioso era la norma en la Europa antigua a la que consideramos homogénea. Y, a pesar de lo difícil que es imaginarlo ahora, hasta hace relativamente poco los católicos eran vistos de la misma forma en que algunos ven a los musulmanes: como quintacolumnistas que guardaban lealtad, como dijo el filósofo inglés John Locke, a un “príncipe extranjero”, el papa, que tenían unos valores incompatibles con los de las democracias liberales, y que suponían una amenaza a la seguridad y la estabilidad de la nación.

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