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Hallazgos realizados entre 1960 y 1970 redefinieron la evolución de esta cultura desde sus orígenes hasta el siglo XVI.
Nuevas excavaciones realizadas entre 1960 y 1970 en La Serena y el Valle de Elqui permitieron el hallazgo de cementerios diaguitas que conservaban sepulturas superpuestas de diversas fases.
Investigadores como Gonzalo Ampuero redefinieron la evolución de esta cultura desde sus orígenes hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, con una precisión mayor a la lograda con anterioridad por el arqueólogo Francisco Cornely.
Esta descripción consta de tres fases:
Fase I: establecida en los sitios y cementerios Punta de Piedra, sector del Valle de Elqui, y en el nivel inferior del cementerio ubicado en Peñuelas.
Las sepulturas se encontraban a escasa profundidad, y los cuerpos estaban flectados. La ofrenda comprendía 2 o 3 piezas de cerámica y escasas piezas de metalurgia, como agujas, punzones y arpones.
Puntas de hueso, puntas de flecha, y urnas de cerámica de decoración simple también estaban presentes.
La ceremonia fúnebre incluía el sacrificio de llamas o alpacas. De acuerdo a los hallazgos, la economía giraba en torno a la ganadería y la agricultura.
Fase II: Conocida debido a la abundancia de restos y a la mayor riqueza de sus enseres. Las sepulturas estaban elaboradas en piedra o roca sub-fosilizada. Las tumbas se ubicaban a escasa profundidad y el eje de los cuerpos tenía una orientación de oeste a este.
Las ofrendas incluían una o varias cerámicas, que se acompañaban con piezas de hueso, como espátulas con representación de personajes o animales. También se han encontrado aros de cobre y plata, cuchillos, cinceles, agujas, punzones, arpones, puntas de flecha y torteros de piedra.
En la fase II se comprobó la existencia de piezas cerámicas dobles o mellizas, al igual que en la fase III. Con frecuencia se detectaban vasijas de extraordinaria factura y forma: jarros patos, platos antropomorfos y zoomorfos.
Fase III: En esta fase se produce el contacto cultural entre incas y diaguitas, sin un momento de transición. Este hecho fundamenta la idea de que la conquista incaica debió ser rápida.
Se aprecia una extraordinaria capacidad de los artesanos diaguitas para adaptar los diseños foráneos y las técnicas incas en la creación de su cerámica.
Las tumbas son similares a las de la fase anterior. También utilizaban piedras e incluían huesos de ballena o lajas más pequeñas para cubrir sólo la ofrenda (Ampuero, 1994: 37-46).
Las formas típicas foráneas estaban presentes en las ofrendas de la fase III, con una armónica inclusión de los motivos locales
Nuevas excavaciones realizadas entre 1960 y 1970 en La Serena y el Valle de Elqui permitieron el hallazgo de cementerios diaguitas que conservaban sepulturas superpuestas de diversas fases.
Investigadores como Gonzalo Ampuero redefinieron la evolución de esta cultura desde sus orígenes hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, con una precisión mayor a la lograda con anterioridad por el arqueólogo Francisco Cornely.
Esta descripción consta de tres fases:
Fase I: establecida en los sitios y cementerios Punta de Piedra, sector del Valle de Elqui, y en el nivel inferior del cementerio ubicado en Peñuelas.
Las sepulturas se encontraban a escasa profundidad, y los cuerpos estaban flectados. La ofrenda comprendía 2 o 3 piezas de cerámica y escasas piezas de metalurgia, como agujas, punzones y arpones.
Puntas de hueso, puntas de flecha, y urnas de cerámica de decoración simple también estaban presentes.
La ceremonia fúnebre incluía el sacrificio de llamas o alpacas. De acuerdo a los hallazgos, la economía giraba en torno a la ganadería y la agricultura.
Fase II: Conocida debido a la abundancia de restos y a la mayor riqueza de sus enseres. Las sepulturas estaban elaboradas en piedra o roca sub-fosilizada. Las tumbas se ubicaban a escasa profundidad y el eje de los cuerpos tenía una orientación de oeste a este.
Las ofrendas incluían una o varias cerámicas, que se acompañaban con piezas de hueso, como espátulas con representación de personajes o animales. También se han encontrado aros de cobre y plata, cuchillos, cinceles, agujas, punzones, arpones, puntas de flecha y torteros de piedra.
En la fase II se comprobó la existencia de piezas cerámicas dobles o mellizas, al igual que en la fase III. Con frecuencia se detectaban vasijas de extraordinaria factura y forma: jarros patos, platos antropomorfos y zoomorfos.
Fase III: En esta fase se produce el contacto cultural entre incas y diaguitas, sin un momento de transición. Este hecho fundamenta la idea de que la conquista incaica debió ser rápida.
Se aprecia una extraordinaria capacidad de los artesanos diaguitas para adaptar los diseños foráneos y las técnicas incas en la creación de su cerámica.
Las tumbas son similares a las de la fase anterior. También utilizaban piedras e incluían huesos de ballena o lajas más pequeñas para cubrir sólo la ofrenda (Ampuero, 1994: 37-46).
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