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LA JAULA
Allá en una lejana pradera, en las riberas de un arroyo cristalino, encontré una jaula cuyas barras habían sido armadas por una mano maestra. En una de sus esquinas yacía, muerto, un pájaro; en otra, había dos tácitas, una sin agua y otra sin grano.
Me puse entonces a observar y a meditar en todo lo que tenía frente a mí, y me pareció que en el espectáculo de ese pájaro muerto y en la voz del arroyo, y en esas dilatadas praderas, había una lección que hablaba a la conciencia e interrogaba nuestras profundas intimidades.
Medité, y descubrí que ese pájaro humilde había muerto al lado del arroyo luchando desesperadamente contra la sed; y que, en medio de esas vastas praderas, cuna de la vida, había perecido de hambre.
Momentos después vi la jaula transformarse en un cuerpo humano transparente, y el pájaro en un corazón con una profunda herida, del centro de la cual manaba una sangre de un color rojo vivo; y vi que los bordes de la herida se habían transformado en los labios de una mujer triste.
Y oí salir de esa herida una voz que decía: “Yo soy el corazón humano, esclavo de la materia y víctima de las leyes terrenales. En medio de las grandes bellezas de la creación, y en las riberas de los manantiales de la vida, fui apresado en la jaula de unas leyes que el hombre ha dictado a los sentimientos. Y en las manos del amor, y ante los altares erigidos a la belleza, fui sacrificado sin piedad y morí en el abandono. Porque todo lo que la belleza y el amor generosamente brindan, me fue vedado. Todo lo que me atraía es, según las leyes de los hombres, una vergüenza; y todo lo que deseaba, una vil degradación.
“Sí soy el corazón humano que fui confinado en una prisión hecha por unas leyes sociales que me privaron de mis fuerzas, y estrangularon mis sueños. Y con unas cadenas imaginarias, me redujeron a la impotencia, y así perecí. Y abandonado en los oscuros callejones de una civilización sin sentimientos de justicia, rendí mi último aliento ante una humanidad que tiene la lengua paralizada y los ojos secos, pero que siempre sonríe”. (JALIL GIBRAN. “De las tempestades”.).
NO ES UNA PREGUNTA, PERO QUIERO VER SUS REFLEXIONES AL LEER ESTO.
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Allá en una lejana pradera, en las riberas de un arroyo cristalino, encontré una jaula cuyas barras habían sido armadas por una mano maestra. En una de sus esquinas yacía, muerto, un pájaro; en otra, había dos tácitas, una sin agua y otra sin grano. eso es la reflexión del texto
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espero que te sirva
valentinadiaz01200:
gracias
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1
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tengo una tarea asi
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