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Las capitales de Risaralda y Caldas tienen fama de ser buenos vivideros. Muchas personas llegan a estas por una corta temporada y terminan quedándose por un largo tiempo o el resto de sus vidas. Algunas de esas personas son los denominados habitantes de calle, que según la Fundación Hogares Claret, son consumidores de droga en más de un 90 por ciento. Los más recientes censos realizados por las Alcaldías de las dos ciudades indican que en Pereira y Manizales hay 1.809 habitantes de calle. Carmen Echeverry Orozco, coordinadora del subprograma de habitantes de calle y en riesgo de calle de la Secretaría de Desarrollo Social de Pereira, indicó que según un censo del 2012 hay 1.250 en esta categoría en esta ciudad. “Por su clima cálido, porque es acogedora, a Pereira, ‘la ciudad sin puertas’, llegan habitantes de calle de Bogotá, Cali, Medellín, norte del Valle y Dosquebradas y La Virginia (Risaralda)”, dijo Echeverry. De hecho, cerca del 60 por ciento de habitantes de calle de Pereira es foráneo. Incluso, hace unos años encontraron a un español y un chileno viviendo en sus calles. “El dinero que el habitante de calle recibe se va en un gran porcentaje al consumo de estupefacientes y de alcohol y alimenta la delincuencia y el microtráfico”, afirmó Echeverri, quien alertó sobre el incremento del consumo de heroína. Por lo anterior, la Alcaldía lanzó la campaña ‘No es solo una moneda’, que consiste en que en vez de dinero la gente regale ropa o comida. “Si cambiamos la moneda estamos dignificando la vida de un ser humano”, afirmó la funcionaria.
Una checa en Manizales
En Pereira afirman que la fría temperatura de Manizales les ‘espanta’ a los habitantes de calle. Sin embargo, esta ciudad tiene su atractivo para ellos. Incluso, entre los 559 habitantes de calle registrados hay tres extranjeros. “Tenemos uno de Venezuela, uno de Chile y una mujer de República Checa, que además tiene un hijo y es colombiano. Llevan muchos años viviendo acá”, indicó Luis Miguel Henao, psicólogo y coordinador de la Unidad de Protección a la Vida (UPV), programa que lidera la Secretaría de Gobierno de Manizales. Para Henao, hay dos factores que influyen para que este fenómeno continúe no solo en Caldas, sino en todo el país: la drogadicción y la mendicidad, un círculo vicioso que hace difícil la recuperación de estas personas. “Ellos me dicen: doctor es muy sencillo, meta en ese salón a un habitante de calle, póngalo a aguantar hambre y luego ofrézcale un plato de comida y bazuco. Él escoge el bazuco”, dijo el psicólogo, y añadió que a esto se suma a que “en Manizales la gente es muy generosa”. Hace dos años, él y un grupo de funcionarios hicieron un particular ejercicio en la ciudad. Se disfrazaron de habitantes de calle y se ubicaron en la Plaza de Bolívar y en el parque Ernesto Gutiérrez, en un horario que, según habían detectado, es en el que menos recogen plata. “Estuvimos ahí de 9:00 a.m. a 12 m, y recogimos, cada uno, 57 mil pesos”. Echeverry y Henao coinciden en que los resultados de los programas de las Alcaldías de Pereira y Manizales para el habitante de calle se verán cuando las personas se sensibilicen de que mejor manera para ayudarlos no es una moneda sino darles ropa o alimentos.
Buscan crear lástima
El psicólogo Luis Miguel Henao afirma que los habitantes de calle "conspiran para crear lástima. Entre más maluco huelan, entre más degenerados se ven, más pesar les da a las personas, y uno exorcisa las penas a través de ellos”, afirmó y agregó que “el habitante de calle lo tiene todo para consumir
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