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Los mercados europeos siguen atentos a lo que no son mercados en el sentido más estricto posible, es decir, a Grecia, donde hoy Alexis Tsipras dará un ejemplo de la diferencia entre gobernar y hacer política de campaña al votar a favor del programa que la troika exige. Y el FMI erre que erre con la quita, para muchos de por aquí ilegal. Precisamente el ZEW que mide la confianza de la comunidad inversora alemana, suma su cuarto mes a la baja por la desconfianza que genera la situación política griega, movimiento similar al descenso de cuatro décimas de la producción industrial de la zona euro en mayo o al IPC alemán.
El mundo anglosajón está a otras cosas. Yellen fue muy clara el viernes y ayer era turno de Mark Carney, quien avisó sobre un cambio inminente en la política monetaria del Banco de Inglaterra. En el caso de la Fed, los resultados de las ventas minoristas y los precios de importación del mes pasado, ambos a la baja, hicieron que volvieran a saltar las alarmas en cuanto al final de los tipos casi cero, por lo que la intervención programada de la presidenta se antoja interesante en este sentido.
Los estímulos han demostrado ser un arma efectiva para la recuperación económica, al menos de momento y en casi todos los países en los que ha tenido lugar. Quizás Japón se acerque en algo a la excepción que confirma la regla y de ahí que el banco central siga sin variar la política monetaria, pero la lectura del PIB 2T15 de China, del 7%, invita a pensar que las medidas llevadas a cabo por el Gobierno y el PBoC están dando sus frutos, claro que siempre existen las dudas sobre la fiabilidad de estos datos.
Antes de terminar por hoy, recordar que estamos en plena semana «bancos» de presentación de resultados, de los que ayer conocimos las malas cifras de Wells Fargo por segundo trimestre seguido, en claro contraste con JP Morgan Chase, que superó las expectativas de beneficios.
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No es lo mismo gobernar que hacer política. Quien gobierna, ejerce el arte del consenso entre sus adversarios; quien hace política, trata —de una manera o de otra— de salirse con la suya. Quien gobierna reconoce la necesidad —y la importancia— de contar con buenos adversarios; para quien hace política, la oposición no es sino un estorbo que, si no es posible ignorar, habrá que sacudirse lo antes posible.
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