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Tenemos un concepto muy claro de la libertad hoy en día: básicamente creemos que vivimos en un mundo donde nadie condiciona a nadie y existe la libertad de poder hacer lo que sea que queramos.
La mal llamada «libertad» no es más que un espejismo que queremos transformar en realidad. No hay libertad absoluta. Estamos presos de la sociedad, de la cultura, de la política… Presos de lo que el mundo nos depara. Lo peor es que hay personas que, intentando salir de esa prisión, neutralizan sus ideas e intentan que nada les afecte para así lograr la verdadera libertad personal, cuando es imposible que sea así porque quieras o no constantemente estamos expuestos a lo que yo llamo «prisión».
Y creo que, entre muchas otras cosas, es por eso que siempre hablo de irme a un lugar lejano donde no me encuentre envuelta en el tumulto, en la gente. Porque a veces necesito desenchufarme y ser yo la única persona que me influencie a cambiar, a veces necesito no pertenecer a todo esto.
Quisiera que fuera diferente, todavía no me pude imaginar cómo es que sería mi libertad ideal, pero definitivamente no esta. Yo no le llamo libertad a ir adaptándome a diferentes escenarios de la vida, poniéndome una máscara distinta para cada uno de ellos. Quiero ser YO… y lo extraño es que uno nunca sabe quien es él realmente. Estando tan influenciados por el mundo que nos rodea, es difícil separar que es lo nuestro y que es lo que adquirimos del exterior.