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Respuesta:
Había una vez un humilde zapatero que era tan pobre que no tenía dinero ni para comprar el cuero que necesitaba para hacer zapatos.
-No sé qué va a ser de nosotros - le decía el zapatero a su mujer-. Si no encuentro un buen comprador o cambia nuestra suerte no podré seguir trabajando. Y si no puedo trabajar, no tendremos dinero para comer.
El zapatero preparó el último trozo de cuero que le quedaba con la intención de terminar su trabajo al día siguiente.
Cuando amaneció el zapatero se dispuso a comenzar su trabajo cuando, de repente, descubrió sobre la mesa de trabajo dos preciosos zapatos terminados. Los zapatos estaban cosidos con tanto esmero que el pobre zapatero no podía creer lo que veía.
Explicación:
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