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Dr. Carlos González-Cabezas
En este artículo se estudian los principales cambios en la estructura dental que se producen durante la formación, la progresión y la regresión de las lesiones de caries. Se centra especialmente en los actos químicos e histológicos directamente relevantes para el médico.
Las lesiones de caries dental posiblemente empiecen a desarrollarse cuando la desmineralización de la superficie del diente va más allá de los intercambios de minerales, que se producen regularmente entre los cristales de la superficie y el entorno circundante. Aunque desde un punto de vista mecanicista esos hechos tempranos son importantes, desde la óptica clínica la desmineralización temprana no adquiere relevancia hasta que se vuelve clínicamente visible o detectable por otros medios, tales como la radiografía (fig. 1). Este umbral clínico cambiará, sin duda, cuando haya nuevos instrumentos de detección más sensibles. Si las condiciones favorables al desarrollo de la lesión prosiguen durante un periodo de tiempo significativo, esas lesiones incipientes sin cavidad seguirán su curso hasta que la superficie de la lesión se hunda y se forme una cavidad (fig. 2). Con el progreso de la lesión cavitada, el diente puede perder su vitalidad y corre un alto riesgo de desarrollar una infección más allá de los límites del diente, invadiendo los tejidos periféricos (fig. 3).
Palabras clave: química, caries, remineralización, desmineralización.
La superficie dental dinámica
No toda pérdida mineral de la estructura dental forma parte de un proceso patológico como es la enfermedad de la caries dental. A menudo, los cristales de la superficie del diente experimentan periodos naturales de pérdida de minerales (desmineralización) y ganancia de minerales (remineralización), especialmente en las superficies cubiertas por biofilms intactos, tales como la placa dental. Inmediatamente después de la erupción en la cavidad oral, los dientes son colonizados por las bacterias orales, que crean condiciones que, en combinación con la saliva, modifican la composición de las superficies dentales, haciéndolas más resistentes a la caries. Este proceso ha sido llamado maduración poseruptiva del esmalte1 y es de vital importancia para el proceso de la caries, puesto que se produce en la zona del diente que está en contacto directo con el entorno oral, donde se empiezan a desarrollar las lesiones.
La composición de los cristales de la superficie de esmalte en el momento de la erupción tiene grandes cantidades de carbonato, agua y magnesio, entre otros elementos. Además, es porosa2,3. Tras muchos periodos de desmineralización y remineralización, la composición química y la estructura del esmalte de la superficie se vuelve más amorfa, menos porosa y contiene menos agua, carbonatos y magnesio. Asimismo, tiene más cantidad de flúor y material orgánico4. Estas sustituciones en la superficie de cristal son buenas para la superficie del diente, porque la nueva superficie dental madura es menos soluble y más resistente a la caries5,6.
Se espera que ocurra un proceso de maduración poseruptiva similar en las superficies de las raíces expuestas cuando el cemento dental o la dentina se ponen en contacto con el entorno oral tras una recesión gingival. El cemento dental se suele perder rápidamente como resultado del desgaste; por ejemplo, mediante el cepillado o el raspado radicular y la eliminación de sarro. La dentina expuesta, altamente porosa y soluble, sufre unos ciclos de desmineralización y remineralización similares, creando una superficie mucho menos porosa, que contiene mayores cantidades de minerales, en especial calcio, fosfato y flúor. Este aumento en el tamaño y la concentración de los cristales reduce de forma significativa la permeabilidad y la sensibilidad a la caries de la superficie radicular, al igual que ocurre en el esmalte.
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