¿como veían, el país la clase dominante?​

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Respuesta dada por: benjamin27saav
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DISPONÍAMOS ENTONCES, cuando éramos jóvenes, de un concepto que nos servía para dar cuenta de lo mal que iban las cosas, de la explotación y del hambre y de la miseria que nos rodeaba. Y era que disfrutábamos de una clase dominante que vaya por Dios. Era como el epítome de todos los vicios sociales: estrecha de miras, ruin, atenta sólo a sus intereses más inmediatos. Era una clase en la que se daban cita la codicia con la incompetencia, la rapiña con la ignorancia. Todo se debía a lo atrasado de nuestro capitalismo, a su incapacidad para crear una sociedad moderna, en la que el mérito sustituyera a la cuna como determinante del destino individual.

Luego el capital se modernizó, el Estado se democratizó, la miseria se ocultó a la vista del público, y la clase dominante se volvió más porosa, incorporando a nuevos miembros ascendidos a la cima gracias a su propio esfuerzo, a su capacidad técnica y profesional, a su ambición. A medida que el proceso avanzaba en todos los frentes, el marbete mismo de clase dominante dejó de ser operativo. Se habían multiplicado tanto los altos empleos que era difícil distinguir en las alturas quiénes eran los dominantes, quiénes los dominados. Las modas y corrientes del espíritu ayudaron a arrinconar el concepto: esto era ya una sociedad moderna y un Estado democrático; si acaso, había elites, pero clases, dominantes o no, lo que se dice clases sociales, eso había dejado de existir.

Pero he aquí que, de pronto, la esencia de aquella clase, la residenciada en Neguri, discreta ella en sus palacetes victorianos, orgullosa de sus raíces, distinguida en su porte británico, educada en Deusto, con un congénito dominio de la banca y del manejo del dinero, sale a la superficie flotando en un paraíso fiscal. Son infinitamente más ricos que sus ancestros: por asistir, sólo por asistir, sin necesidad de abrir la boca, a las reuniones de un solo consejo de administración de los muchos en los que sientan sus gloriosas posaderas, se embolsan cada año 85 millones de pesetas de las de antes; sólo por retirarse con unos meses de antelación a la fecha prevista reciben un puñado de millones (de 18 a 42) de euros de los de ahora

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