• Asignatura: Biología
  • Autor: alejoortelladofff666
  • hace 5 años

Desarrollo del embrión del animal gorrion

Respuestas

Respuesta dada por: Ingridasprilla
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Biología de la reproducción

Periodo de celo

La actividad reproductora se extiende desde abril a julio inclusive, con no raros comienzos en marzo y raros finales en agosto. Las pautas de encelo aparecen en casi todos los meses del año, aunque en otoño e invierno son muy minoritarios. Julio y agosto marcan los meses de regresión reproductora, provocando en el macho cambio del color del pico y reducción del babero negro (Bernis, 1989).

La actividad reproductora comienza con el cortejo, es decir, la agrupación ante una hembra (e incluso en ausencia de la misma) de unos cuantos machos cuyo número oscila entre 2 y 13 que muestran un comportamiento de exhibición: trinan con fuerza, y elevan la cabeza, desplegando la cola y rozando el suelo con la punta de las alas (Noval, 1975; Bernis, 1989). Este cortejo suele implicar frecuentes escaramuzas entre los machos y conduce, finalmente, a la formación de una pareja entre uno de los machos y la hembra cortejada. Formada la pareja, el cortejo del macho puede repetirse en diferentes episodios reproductores a lo largo de la estación de cría y tener como destinataria la pareja u otras hembras (Veiga, 1996).

La elección del macho por parte de la hembra depende de varias señales. Por un lado los machos de mayor tamaño son seleccionados preferentemente (Moreno-Rueda, 2005 b) ya que el tamaño suele ser un indicador de su calidad. Adicionalmente, la posesión de un lugar de nidificación adecuado es esencial en la formación de la pareja. Esto, a su vez, depende de otros factores. Uno de bastante importancia afecta al desarrollo del babero negro en los machos. Los machos que presentaban un babero más desarrollado adquirían lugares de nidificación con más facilidad y atraían más a las hembras (Veiga, 1993a). Además, los machos con un babero más desarrollado poseían una mayor habilidad para evitar ser capturados en un aviario (Moreno-Rueda, 2003).

El desarrollo del babero esta relacionado de forma compleja con diferentes características fisiológicas (véase también Comportamiento). Por un lado, existe una relación positiva entre el tamaño de los testículos, la producción de esperma y testosterona y el desarrollo del babero (Birkhead et al., 1994; González et al., 2001). Por otro, un babero más desarrollado indicaría un estado físico óptimo (lo cual suele relacionarse con la edad) que se traduciría en una mayor capacidad inmunitaria, menor susceptibilidad a los parásitos e infecciones y una mayor tolerancia al stress durante la época reproductora, cualidades que, finalmente, incrementan la supervivencia (González et al. 1998, 1999; Navarro et al. 2004). De hecho, cuando se aumentaba experimentalmente las dimensiones del babero en los individuos jóvenes estos sufrían una mayor mortalidad (Veiga, 1995) al ser incapaces de sobrellevar los costes de la actividad reproductora que propicia un babero más desarrollado (véase también Comportamiento). Existe, no obstante, un debate sobre si tanto el desarrollo de la capacidad inmune como de la señal que la refleja (en este caso el babero) llevan asociado un coste o no. Para el caso del babero, Veiga y Puerta (1996) señalan que un peor estado nutricional aparece asociado a un menor babero, mientras que González et al. (1999) indican que el desarrollo del mismo no estaba relacionado con la alimentación. Perspectivas adicionales sobre estos asuntos pueden consultarse en Bonneaud et al. (2003) y Navarro et al. (2003). En suma, el desarrollo del babero indicaría con verosimilitud la calidad reproductora de los machos (Véase Muda para otros indicadores de la calidad reproductora).

No sólo las hembras pueden seleccionar a los machos en función de varios indicadores, también los machos de mejor calidad pueden elegir a las hembras de acuerdo con diferentes criterios. Los machos con un babero negro más desarrollado tienden a elegir a las hembras de cola más larga (Moreno-Rueda, 2005b).

Monogamia y poligamia

Las parejas formadas suelen agruparse en colonias de cría de un tamaño variable (de 6 a 20 parejas según Noval, 1975) de modo que los machos más viejos suelen reutilizar nidos del año anterior y los más jóvenes construyen uno nuevo. Una vez se ha formado la pareja, las cópulas son frecuentes, tanto previamente a la puesta como durante la misma, llegando a las 16 diarias (Birkhead et al., 1994). La mayoría de las cópulas se producen en el nido.

Las parejas pueden permanecer unidas durante toda la vida y reutilizar año tras año el mismo nido (Cramp, 1998). El Gorrión común es una especie, pues, que cabe calificar de monógama (Veiga, 1992b) aunque la poliginia es frecuente. En una población de Madrid un 9,6 % de los machos eran bígamos o más raramente trígamos, una estrategia reproductora que incrementaba su éxito reproductor comparado con los monógamos (Veiga, 1992b).

Respuesta dada por: tubebesitaplks
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Respuesta:

El nido de las futuras crías es hecho con mucho esmero. El macho recolecta la mayor cantidad de plumas posible hasta dejarlo bien recubierto, para que los pichones no pasen frío. La hembra cuando está segura de contar con un nido bien abultado, pone los huevos que desee. Mientras más seguro sea el nido, mas huevos decide poner.

Explicación:

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