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Con fuertes trinos, elevación de la cabeza y despliegue de las alas, un grupo de gorriones realizan toda una ceremonia exhibicionista para iniciar la actividad de reproducción. Luego de alguna contienda entre ellos, la hembra cortejada escoge al macho de su preferencia, quedando conformada la pareja.
Generalmente selecciona al más grande, por considerarlo de mayor calidad. Igualmente influye el llamado babero negro de los machos. Mientras más desarrollado lo tengan, mayor es su capacidad para evitar una captura y para adquirir un espacio para la elaboración del nido.
Tanto la hembra como el macho incuban los huevos en un lapso de 13 a 19 días. La eclosión puede tardar de 3 a 54 horas. Los pichones se quedan en el nido unos quince días. Mientras permanecen allí son alimentados por ambos padres. El ciclo de la reproducción se da entre los meses de abril y agosto. Ocurren de dos a tres nidadas cada año.
Ponen de cuatro a cinco huevos en cada puesta. Pueden hacer hasta cuatro puestas, y éstas pueden suceder en cualquier momento durante la primavera. Protegen con agresividad el área alrededor del nido, tanto de otras especies como de individuos de su misma especie: los machos atacan a otros machos y las hembras hacen lo propio con otras hembras.
Tanto el macho como la hembra se encargan de incubar los huevos una vez que todos han sido depositados en el nido, turnándose cada pocos minutos. A los diez días los polluelos rompen el cascarón, y a los catorce días ya están emplumados.
Los gorriones son animales ovíparos, siendo el periodo reproductor durante los meses de abril hasta agosto, donde los climas son templados.