Respuestas
Respuesta:
has un resumen
Explicación:
Por Juan Villoro Este texto es parte del libro "Gabo, periodista", pubicado por la FNPI Los "textos costeños" de Gabriel García Márquez, escritos para periódicos de Barranquilla y Cartagena de 1948 a 1952, dependen de un remedio que escasea en los botiquines del periodismo contemporáneo: la felicidad celebratoria. Desde hace décadas, la crónica latinoamericana se ha especializado en el arte de dar bien malas noticias. También los tiempos en los que García Márquez renovó el periodismo a través de la ironía fueron amargos, desesperantes, sanguinarios. Jacques Gilard, que ha investigado con minucia de entomólogo los trabajos perdidos del autor de La hojarasca, describe así la temperatura de la época: "El ingreso de García Márquez al periodismo se hizo a raíz de ese cataclismo histórico y moral que fue para Colombia el 9 de abril de 1948 [el asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán]. Los años que siguieron, los años en que García Márquez practicaba el oficio en Cartagena y Barranquilla, fueron los peores de la Violencia". En esa era convulsa, el cronista convirtió el sentido del humor en principio de resistencia. Por lo demás, el decreto 3521, promulgado el 9 de noviembre de 1949, reforzó la censura en los medios y dejó poco espacio para el periodismo crítico. A los 21 años, el futuro novelista tuvo que abandonar sus estudios de Derecho en Bogotá y se refugió en la Costa, donde la vida proseguía sin más interrupción que los ocasionales resbalones de un borracho. Su exilio periodístico resultó venturoso. En unos meses, se adueñó de un estilo que produjo piezas maestras. "No era una vaca cualquiera" se publicó cuando el autor acababa de cumplir 23 años. Ahí descubre la maravilla de que un martes sin gracia se convierta en un domingo repentino por obra de una vaca. En una esquina de la ciudad, las urgencias de los días hábiles se detienen de golpe. Entonces, la vida recibe la atención excepcional que solo permite el asueto. El tono recuerda a grandes cronistas españoles: el gallego Ãlvaro Cunqueiro, el madrileño Ramón Gómez de la Serna y el catalán Josep Pla, interesados en los asombros de la pequeñez y las posibilidades humorísticas de la realidad.