Cuál es la relación entre los continentes y la distribución de las especies en estos?
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“Aquí no hay ningún animal”, solemos decir cuando paseamos por el campo y no “vemos” nada espectacular que corresponda a nuestra imagen de “animal”. Pero si observamos con cuidado, si ponemos atención a nuestros sentidos, no tardaremos en percatarnos que hay muchas especies animales y rastros de ellas a nuestro al rededor. Podemos observar gusanos y escarabajos en el suelo, hormigas en los tallos de plantas y árboles, madrigueras de ratones cerca de las rocas, lagartijas en la hojarasca, insectos en los árboles y, tarde o temprano, escucharemos el canto de un ave. La vida animal no solo está presente en un espacio plano o bidimensional, sino en un entorno tridimensional que incluye especies bajo el suelo, sobre éste y en los troncos y copas de los árboles. Tal vez en lugar de hacer la pregunta “¿Dónde están?” cabría preguntarse: “¿Hay lugares del planeta donde no haya vida?”.
A menudo se piensa en las grandes profundidades marinas. La luz solar no penetra más allá de unos cientos de metros y después la oscuridad es completa. Entre mil metros y el fondo, la fría temperatura tiende a ser constante, de unos 2°C. También hay una gran presión que aumenta a razón de una atmósfera cada diez metros, tan poderosa que es capaz de aplastar a un moderno submarino a los trescientos metros. En estos sitios, la falta de luz impide la fotosíntesis y, por tanto, el desarrollo vegetal, de modo que los nutrimentos vienen “de arriba”. Obviamente, la materia orgánica es más escasa cuanto mayor es la profundidad, y, pese a ello, hay vida “allá abajo”. En las profundidades abisales, por debajo de los 3 mil o 4 mil metros, se sabe que viven entre 300 y 400 especies de peces. Las corrientes marinas a esa profundidad son relativamente lentas y, por ello, el cuerpo de los peces que viven ahí no tiene una forma hidrodinámica sino exuberante y hasta monstruosa, con mandíbulas desproporcionadas. Como es de esperarse, las presas son muy raras por esos lugares y la boca de los depredadores es gigantesca y poseen ojos enormes. La mayoría de los peces son pequeños, de menos de diez centímetros. Pero hay vida animal en esas profundidades.
Hay quienes opinan que el calor excesivo es también una limitante para la vida, lo mismo que la falta de oxígeno. Sin embargo, existen sitios del planeta en donde ni uno ni otro factor constituyen un obstáculo para la vida animal. En las hendiduras del fondo marino conocidas como dorsales, hay sitios en los que continuamente se expulsa magma volcánico a elevadísimas temperaturas, que luego se enfría y forma nueva corteza terrestre. En dichos sitios hay fuentes de solaaguas termales en los que la temperatura puede llegar hasta los 360 grados centígrados y que tienen altas concentraciones de sulfuro de hidrógeno. Aun en esos sitios la vida está presente y no es escasa. Muchas bacterias y el gusano Riftia, que las alberga simbióticamente en las branquias, son “vecinos” de esos lugares y sirven de presa a otros animales que viven en la vecindad de las fuentes hidrotermales.
Hablando de bacterias, hace apenas un año se reportó la presencia de bacterias “formadoras de lluvia” en las elevadas y frías capas de la atmósfera. Investigadores de los estados de Louisiana y Montana (Estados Unidos) y de Francia encontraron evidencia de que las bacterias, seguramente llevadas por el viento, llegan a la atmósfera, donde son envueltas por cristales de hielo que, al ser rodeados por agua, se hacen más grandes. Al tener un núcleo biológico estos cristales, que también se pueden formar a partir de núcleos de polvo, son mucho más activos y originan la precipitación. La Organización de Investigaciones Espaciales de la India (ISRO, por sus siglas en inglés) también ha hallado bacterias en la atmósfera, a más de 40 kilómetros sobre el suelo. Sus estudios, reportados en marzo de este mismo año, sugieren que las tres especies de bacter ias encont radas, hasta entonces desconocidas, podrían ser formas mutantes de bacterias terrestres que se han adaptado para sobrevivir en ese ambiente tan frío y hostil.
Y hablando de vertebrados, ¿qué decir de los fríos eternos de los polos y de muchas de las más elevadas montañas? También es posible encontrar vida animal en esos sitios tan inhóspitos. Si no, pregúntenle a los osos polares norteños y a los pingüinos sureños, o a los leopardos de las nieves y a sus presas. La vida animal se distribuye ampliamente por todo el globo, y tal distribución es el resultado de una larga, muy larga historia evolutiva.
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