• Asignatura: Arte
  • Autor: omardp09
  • hace 5 años

¿Qué vertientes o corrientes teatrales han surgido en latinoamerica?

Respuestas

Respuesta dada por: martinperezingrideli
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Respuesta:

El Teatro de América Latina es el teatro producido originalmente en español, portugués o francés por autores de los países considerados como parte de América Latina, es decir, parte de Norteamérica, América Central, América del Sur y el Caribe.

Explicación:

Como afirma el dramaturgo y pensador guatemalteco Manuel Galich en la apertura del libro Nuestros primeros padres (2004), los latinoamericanos nacen de un triple y violento mestizaje entre indígenas, europeos y africanos. Más de cinco siglos atestiguan, en una vasta y policromática geografía, el arduo proceso llevado a cabo por los pueblos del continente en busca de sus identidades. Dicha búsqueda ha encontrado en manifestaciones culturales como el teatro una de sus herramientas y expresiones.

Las regiones desde el Río Bravo hasta la Patagonia comparten condicionantes históricos y culturales: la lengua española, con excepción de Brasil y de algunos lugares del Caribe; la presencia “oficial” de la religión católica, salvo en el Caribe angloparlante, aunque cualquier generalización puede desconocer una condición sincrética en la cual predomina la religiosidad popular; trescientos años de colonialismo, desde el “descubrimiento”, la conquista y la colonización hasta la independencia, en el siglo XIX. A partir de ese momento, América Latina sufrió el impacto del neocolonialismo, del subdesarrollo, de las sangrientas dictaduras militares, de las democracias dependientes del gran capital y, desde las dos últimas décadas del siglo XX, del neoliberalismo, que agrava las diferencias en la concentración de las riquezas y en la distribución del ingreso, la corrupción y la dependencia.

También la globalización (con base colonialista y asentada en la unipolaridad del mundo después de la caída del socialismo europeo y en los avances tecnológicos y de las comunicaciones), junto con la vertiginosa circulación del capital, refuerza la amenaza de las culturas hegemónicas. A mediados de los años 90 se puso de manifiesto la crisis de la opción neoliberal en el área económica y su debilitamiento en las esferas de la cultura, de la conciencia pública y de la política. Estallaron nuevos movimientos sociales (urbanos y con participación de campesinos e indígenas) y llegaron al gobierno líderes progresistas y de izquierda (Venezuela en 1998, Brasil en 2002, la Argentina en 2003, Uruguay en 2004, Bolivia y Ecuador en 2006). Resonancias sociales y humanas, colectivas e individuales de esos avatares afloraron en la creación escénica.

Pretender abarcar la compleja realidad del teatro en esta región conturbada conlleva ciertos riesgos. Hay quienes piensan que no existe aún un estudio sistemático de los procesos del teatro latinoamericano, pues, durante un buen tiempo, el hecho de describirlo y pensarlo como conjunto estuvo monopolizado por estudiosos y académicos de otros continentes, que impusieron sus propios conceptos y juicios de valor. Aún hoy hay quienes pretenden ofrecer una mirada “objetiva” a partir de una observación eventual y no participante, ajena a las condiciones esenciales de los contextos históricos y culturales.

Otro riesgo se relaciona con la naturaleza expresiva de la manifestación: la teatralidad –que se afirma en su condición sintética, colectiva, audiovisual, simultánea en espacio y tiempo, viva y única– sólo es relativamente aprehensible y durante mucho tiempo fue relegada por el estudio del texto dramático que, gracias a su característica perenne, produjo historias y recuentos. Por su parte, como discurso cultural asentado en la contradicción, el teatro se inserta en una red de sistemas e imaginarios, en buena medida interdependientes, que contextualiza y reformula sus códigos permanentemente.

La diversidad de América Latina como conjunto múltiple y heterogéneo, que comparte, también, características históricas y culturales propias y que encuentra en la escena una compleja variedad de expresiones, es otro riesgo. El mexicano Carlos Solórzano propone tres categorías principales para entender la heterogeneidad: la de los países hispanoamericanos con fuerte presencia indígena; la de los del Cono Sur, formados con el influjo de sucesivas inmigraciones europeas, y los que recibieron una esencial herencia cultural africana (las Antillas y Brasil). Se trata de una generalización válida en su carácter histórico, pero que no abarca la complejidad de procesos internos y “fronterizos” ni la permeabilidad actual.

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