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Respuesta:
Desque que tenemos la sensación de que está ocurriendo algo a nuestro alrededor, hasta que lo comprendemos, le damos significado y respondemos, suceden muchos cambios en nuestro sistema nervioso. El resultado de todo ese proceso son los patrones de respuesta emocional, cuya finalidad es la adaptación a nuestro entorno.
Este mecanismo de respuesta es fruto de miles de años de evolución. Comprender las distintas fases por las que transcurre nuestra experiencia con el entorno, y aprender a gestionar nuestras emociones nos ayudará a conocernos mejor a nosotros mismos, dotándonos de mejores herramientas para afrontar los problemas del día a día, mejorando así nuestro bienestar y calidad de vida.
Tres niveles diferentes las fases que experimentamos al relacionarnos con nuestro entorno:
El cerebro emocional: En el sistema límbico es donde llegan las primeras señales del exterior a nuestro cerebro, transformándolo en sensaciones y emociones. Son estas sensaciones y emociones las encargadas de transmitirnos el mensaje y de hacer que reaccionemos de manera adecuada.
Procesamiento de la información (neocórtex o corteza prefrontal): Esta área es la encargada de procesos complejos como tomar decisiones, expresar opiniones, sentimientos o nuestra personalidad. También se encarga de adecuar nuestro comportamiento al entorno. En definitiva, es la parte del cerebro con la que ponemos en marcha nuestro razonamiento y es la que más nos diferencia del resto de animales.
Esquemas o patrones mentales: Estos esquemas se forman desde la infancia, y cada vez que experimentamos algo nuevo se produce una asimilación de la información y acomodación con la que teníamos anteriormente. El resultado de esta asimilación y acomodación genera nuevas creencias y prejuicios. Si estas creencias y prejuicios son lógicos y adaptativos, nos ayudarán a tomar decisiones acertadas; por el contrario, cuando son irracionales, nos perjudicarán a la hora de interpretar nuevas situaciones.