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El ya hoy San Juan Pablo II siendo papa nos regaló una Exhortación Apostólica
post-sinodal sobre la reconciliación y la penitencia; en su proemio nos dice: “Hablar de
reconciliación y penitencia es, para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una
invitación a volver a encontrar —traducidas al propio lenguaje— las mismas palabras
con las que Nuestro Salvador y Maestro Jesucristo quiso inaugurar su predicación:
«Convertíos y creed en el Evangelio» esto es, acoged la Buena Nueva del amor, de la
adopción como hijos de Dios y, en consecuencia, de la fraternidad.”1
La reconciliación es traducida por nuestros textos bíblicos como arrepentirse,
hacer penitencia convertirse, cambiar de idea, cambiar de sentimiento; sin embargo
desde nuestra perspectiva seguramente lo expresemos simplemente como perdonarse
y perdonar en el sentido más profundo. Para uno reconciliarse es preciso haberse
adherido algo o alguien, para volver es preciso haber tenido un punto de partida. Pero
en sí ¿de dónde nos alejamos? nos podemos alejar de muchas partes y de muchas
personas, pero en esencia nos alejamos primeramente de Dios, de nuestros hermanos
e incluso de nosotros mismos, es por eso que la necesidad de reconciliarse con la
comunidad y con Dios es evidente, es el restablecimiento de las nuevas y ya naturales
relaciones, es así que el alejamiento del mal, del camino seguido hasta ese momento
es el primer acto que prepara para la reconciliación.
No olvidemos nunca que la reconciliación es indispensable para el hombre,
pero es imposible sin la ayuda divina, ya desde el AT los profetas tenían claro que la
reconciliación no era una acción sino una cadena de acciones, un comportamiento, una
vida que sin la ayuda divina era imposible (Jer. 24, 6), es Dios mismo el que acompaña
al hombre.
Todo este proceso de examinarnos, reconocernos y cambiar nos llevará a un
corazón nuevo; sin duda este aspecto misterioso de la reconciliación no escapó de los
profetas, el cambio, la confesión y el alejamiento del mal no son cosas de poca monta;
se trata de un cambio profundo e innovador, comprensible pero difícil de realizar, es
por ello que para llegar a una reconciliación antes se deba pasar por una auto-
1
Juan Pablo II Exh. apostólica post-sinodal sobre la reconciliación y la penitencia en la misión de la
iglesia hoy. ( 2 de diciembre 1984) n°1
acusación, cosa que es muy difícil dado que cada uno quiere sacarse en limpio
siempre.