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Respuesta:
El concepto teórico de agujero negro surgió de la resolución de las ecuaciones de la teoría de la relatividad general del físico alemán, pero no fue hasta los años 60 que se sentaron las bases para comprenderlos
Explicación:
“Un agujero negro no depende de qué tipo de materia está hecho. Es una región del espacio-tiempo de la que ni la luz puede escapar”, puntualiza el físico teórico Carlos Sopuerta, científico titular del CSIC en el Institut de Ciències de l’Espai (ICE, CSIC-IEEC), experto en ondas gravitacionales.
“Einstein no los predijo, sino que murió sin saber lo que eran. De hecho, ni el propio Schwarzschild, que es el autor de la solución de las ecuaciones de campo de Einstein, sabía lo que son. Lo único que conocían es que la solución describía un campo gravitatorio de un objeto simétrico, de una bola. Y que el efecto gravitatorio dependía de la masa del objeto y de la distancia. Tanto daba de qué estaba hecho. En los años 50 se empezó a vislumbrar lo que pasaba, aunque no fue hasta los años 60 cuando se pusieron las bases para entender qué es un agujero negro y en los 70, John Wheeler, un físico de la Universidad de Harvard, acuñó finalmente el término”, explica Sopuerta, que remacha que “Einstein nunca llegó a entender que había un objeto como un agujero negro, tal como lo entendemos ahora”.
Desde entonces, los científicos han estudiado estas regiones oscuras fascinantes del universo, que han podido detectar indirectamente, a partir del comportamiento de la materia que los rodea. El primero en ser detectado fue un objeto conocido como Cygnus X-1. En 1971 los científicos detectaron emisiones de radio procedentes de Cygnus X-1 y llegaron a la conclusión que allí había un objeto extremadamente masivo, que identificaron como un agujero negro.
Curiosamente, ese primer agujero negro en 1974 fue objeto de una apuesta entre Stephen Hawking y el físico Kip Thorne; Hawking apostó que la fuente de esas emisiones que habían identificado no eran un agujero negro, pero en 1990 tuvo que reconocer que se había equivocado.
En 2016 el experimento LIGO permitió medir las ondas gravitacionales creadas en un sistema binario de agujeros negros, una de las pruebas más sólidas de su existencia. Aunque en este caso nunca lo supo en vida, Einstein de nuevo tenía razón