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Diaguita, Cultura
El Norte Chico, que ocupa el territorio de las regiones III y IV, ha sido designado como el área de la Cultura Diaguita.
Este medio ambiente se caracteriza por tener un clima de transición entre el desértico del norte y el aire más templado de la zona central, por contar con un relieve de montañas que van desde los Andes hasta la costa, formando valles transversales, y por el aumento de vegetación, en comparación con las regiones más nortinas.
Los primeros rastros de esta cultura se remontan a unos 10.000 a 8.000 años A.C, en el área de Los Vilos, donde grupos de cazadores se movilizaban de una zona a otra en búsqueda de animales para su alimentación.
Hacia el año 2.500 A.C, estos cazadores entran en contacto con otros grupos que ya manejan nociones de agricultura, y con el tiempo, comienza a establecerse una cultura agroalfarera en el Valle del Elqui, la cual lleva por nombre El Molle.
Este complejo cultural se caracteriza por una cultura agrícola y ganadera, un patrón de asentamiento semi estable en los valles, quebradas y en la costa.
Conoce las técnicas de metalurgia del cobre, plata y oro, mantiene rebaños de llamas y elabora una fina cerámica; el elemento más característico de El Molle, es el uso de un adorno labial elaborado en piedra ('Tembetá', que actualmente aún utilizan algunas tribus amazónicas).
El Molle desaparece o se desplaza hacia otras regiones, en el período del 700 D.C, pero se convertirá en la base de la Cultura Diaguita.
El origen de la Cultura Diaguita se sitúa hacia el año 800 D.C, según los hallazgos del Complejo Las Animas, en los Valles de Copiapó, Huasco, Elqui y Limarí.
Cultivaban el maíz, mantenían rebaños, recolectaban frutos y explotaban los recursos marinos.
También hilaban el suave pelo de las llamas y con esa lana confeccionaban sus vestimentas. Tal como sus antecesores, eran hábiles metalurgistas, puesto que con aros, placas y brazaletes adornaban sus cuerpos.
En comparación con el Complejo El Molle, estos habitantes fueron abandonando progresivamente el uso del tembetá, marcando entonces una amplia diferencia. Sin embargo, y al igual que la Cultura Atacameña y otras de actual Bolivia y norte argentino, consumían polvos alucinógenos, que aspiraban con tubos de madera bellamente labrados.
Alrededor del año 1000 D.C, la Cultura Diaguita, heredera directa de las Animas y El Molle, comienza a establecerse en pequeñas aldeas, que desarrollaron una intensa producción de alimentos, pero conservando en gran medida también los métodos y costumbres de sus predecesores.
Lo más destacado de esta cultura, y que la hace reconocida a nivel mundial, es su maravillosa elaboración de cerámicas, la cual constituye un verdadero tesoro artístico.
Hacia el año 1470 D.C, el Imperio Inca comenzó la conquista del territorio chileno, interrumpiendo violentamente la hasta entonces apacible vida de los diaguitas, quienes se vieron obligados a trabajar en la explotación de recursos mineros, para provecho de la administración Inca.
Casi setenta años después, en 1537 D.C, a la llegada de los colonizadores españoles, la población diaguita se encontraba reducida drásticamente a tan sólo 3.000 habitantes, según los cronistas hispanos.
En 1700 D.C, esta cultura ya estaba casi totalmente absorbida por la sociedad criolla.