Respuestas
Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir. Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también al árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro. Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, le dio esta orden: Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol , porque si lo comes, ciertamente morirás.
Luego Dios el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él. Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves y se los llevó al hombre para que les pusiera el nombre. El hombre los puso el nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él.
Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, el cual, al verla dijo: Esta si que es de mi propia carne y de mis propios huesos. Se va a llamar mujer, porque Dios la sacó del hombre. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona. Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza de estar así.
Sí, así es. Esta es la historia que encontramos en la palabra de Dios. Ahora, vamos a repasar la historia haciendo algunas preguntas.