• Asignatura: Física
  • Autor: neyi0818
  • hace 5 años

una reflexión sobre yoga

Respuestas

Respuesta dada por: Kimhuynji1621
1

Respuesta:

una cosa importante y beneficiosa del yoga es que fortalece músculos y huesos,

tener una musculatura definida no solo mejora el aspecto físico, también protege los huesos, evita lesiones y previene enfermedades como la artritis; por si fuera poco, al mejorar la coordinación, se reducen las caídas en las personas mayores.

Respuesta dada por: holasoyjorge7
1

Respuesta:Durante estos últimos treinta años la práctica del Yoga ha tenido una evolución significativa en nuestra región, y en general en toda Europa. Trayectoria que ha sido desigual con etapas fulgurantes y otras salteadas con períodos de crisis o desorientación.

Los que llevamos muchos años practicando esta ciencia hemos visto como progresivamente el Yoga iba calando en una sociedad que se volvía hacia oriente, especialmente en los primeros tiempos, en busca de nuevas fuentes de espiritualidad, pero también hemos asistido a un descrédito de nuestro hacer dentro del batiburrillo del mercado Nueva Era donde la meditación se mezclaba con la telepatía y los ejercicios con la consecución de resultados fantásticos pero irreales. Este descrédito en parte fue debido a que lo que nos llegaba del lejano oriente llegaba sin filtro, excesivamente ritualista, cargado de hinduismo y mitologías, cuando no de una visión divinizada del maestro en la que se pretendía una sumisión incondicional de sus enseñanzas por parte del discípulo. Agravado todo esto por una sarta de pseudomaestros que en el mejor de los casos estaban sólo a medio cocer.

En el otro lado, no nos hemos de olvidar que occidente siempre ha estado presta a convertir todo en una moda donde lo importante es cambiar por cambiar para combatir el tedio, y también a ciertos modos consumistas donde resulta fácil comprar espiritualidad. Usar y tirar nos ha sido más fácil que profundizar, esforzarnos o implicarnos.

Sin embargo no todo ha sido desconfianza, la misma visión práctica del mundo que se da en nuestras latitudes hizo que el Yoga se divulgara hacia una gimnasia dulce que corregía el sedentarismo propio de nuestra época con un tono relajado para combatir el progresivo estrés de nuestra sociedad. El Yoga ha llegado, y hemos, no obstante, de alegrarnos, a los gimnasios, centros sociales y cívicos, también a las grandes empresas. La profusa edición de libros de Yoga es muestra de ello. Sin embargo desde el Yoga en casa al yoga para ejecutivos hemos notado que esa difusión no siempre iba acompañada de calidad. Lamentablemente se ha producido un reduccionismo del cual es hora de salir.

El primer reduccionismo es creer que todo el Yoga es sólo una de las muchas vías posibles (Hatha Yoga), y dentro de éste focalizar la práctica meramente en posturas (asanas), con el enfoque, nuevamente reduccionista, de que lo importante es tener flexibilidad y de realizar lo más perfectamente posible las técnicas. Afortunadamente son pocos los que suelen confundir contorsionismo y posturas complicadas con la vía de la serenidad que propone el Yoga.

Es momento de aclarar conceptos y dinámicas entre todos y para ello hemos de saber reinterpretar la tradición. Ésta no nos dice nunca que repitamos formas religiosas, no nos dice que imitemos al primer monarca yóguico de la antigüedad ni que nos compremos una piel de tigre y nos retiremos a las montañas en busca del elixir sagrado.

La tradición nos dice que escuchemos, y que escuchando sabremos como adaptar el mensaje de la filosofía perenne a nuestro momento vital, en una cultura determinada dentro de un cauce de creencias. Como antropólogo me doy cuenta que es necesario traducir culturas. Es probable que las necesidades del ser humano sean universales pero las lógicas cambian, también los acentos vitales, las formas de expresión. Por eso creo que el profesor de Yoga tiene que ser un buen traductor y acercar una sabiduría milenaria al eje preciso de comprensión de cada alumno, con mucho respeto. En este sentido, debemos recordar que acharya es el maestro que sabe escuchar el momento del discípulo, y cuando ha interiorizado y ha digerido esa escucha, sabe encontrar el momento oportuno de proponer una enseñanza.

Tradición que siempre es nueva porque habita en un eterno presente, sin nostalgias pero tampoco sin allendismos. Así, el Yoga del nuevo siglo está por reinventar. Un Yoga que será más respetuoso con el cuerpo pues conoceremos mejor nuestra fisiología y nuestra anatomía. Un Yoga que se ajustará mejor a los cambios estacionales para sacar más fuerza de los movimientos vitales y las mareas energéticas. Pero también el Yoga del futuro incorporará más claramente la realidad de la mujer y del hombre, del niño, de la gestante y del anciano. Tendrá en cuenta su alimentación pero también su sexualidad. Hay tantas y tantas posibilidades en este árbol nuevo del Yoga que todos hemos de ir regando y nutriendo.

Nos hemos de acostumbrar a ver el Yoga desde las cualidades que propone y no tanto desde las formas que impone. El Yoga es ante todo presencia, presencia de ánimo y de espíritu. Las posturas físicas son en última instancia un trampolín para hacer una mejor interiorización, para darse cuenta del mismo acto de vivir y su trascendencia. Si la misma postura produce efectos terapéuticos y saludables, bienvenidos, pero el yoga debe ir más allá de la terapia hacia una búsqueda del ser, hacia una vivencia de lo sagrado.

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