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En concreto, las investigaciones del API demuestran que las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida están perdiendo masa, lo que contribuye a la elevación del nivel del mar. "El calentamiento en la Antártida está mucho más generalizado de lo que se pensaba antes de la campaña", resalta el documento.
Por otro lado, los estudios aportan otras pruebas que confirman que el nivel de calentamiento del océano Austral está por encima de lo normal, lo que "podría afectar a la circulación oceánica". La atmósfera de la tierra también sufre las consecuencias del calentamiento. Según el informe, hay grandes reservas de carbono almacenado como el metano (un gas de efecto invernadero más potente que el CO2) en el permafrost. El deshielo del permafrost amenaza con desestabilizar el metano y enviarlo a la atmósfera.
En este campo, los trabajos han detectado nuevas conexiones entre las concentraciones de ozono por encima de la Antártida y las condiciones de viento y tormenta en el océano Austral, información que mejorará las predicciones del clima y del agotamiento del ozono, según los expertos. Además, los investigadores han descubierto que las tormentas del Atlántico Norte son las principales fuentes de calor y humedad de las regiones polares, y sostienen que la comprensión de esos mecanismos mejorará las predicciones de la trayectoria y la intensidad de las tormentas.
Alteraciones en animales y plantas
En el Ártico, los investigadores descubrieron que en los veranos la extensión mínima del hielo marino llegó al nivel más bajo de los últimos 30 años. Asimismo, registraron un ritmo "sin precedentes" de la deriva de los hielos en el Ártico. También constataron que este nivel de calentamiento cambió la vegetación, lo que afectó a los animales de pastoreo y caza.
En cuanto a diversidad biológica, los estudios hallaron en el océano Austral una variedad "rica, colorida y compleja" de vida. Según revelan, algunas especies migran hacia los polos en respuesta al calentamiento, mientras otras muestran "interesantes tendencias evolutivas", como la de pulpos que proceden de especies ancestrales.
Otros proyectos del API se centraron en cuestiones sociales y humanitarias con comunidades indígenas de las zonas, para abordar temas de seguridad alimentaria, contaminación y salud; así como para crear redes de vigilancia comunitaria. "El trabajo iniciado por el API debe continuar", señala Michel Jarraud. Por su parte, la presidenta del ICSU, Catherine Bréchignac, añade que estos estudios deben ayudar a la comunidad científica a "comprender y predecir" los cambios polares y sus manifestaciones mundiales "en este momento crítico".