¡AL AGUA PATOS! Pregunta Respuesta ¿Qué parte del texto te pareció más interesante? ¿Por qué? ¿Qué personajes te agradaron? ¿Por qué? ¿Qué personajes no te simpatizaron? ¿Por qué? ¿Qué parte del texto te pareció extraña o difícil de creer? ¿Por qué? ¿Qué personaje de la historia te gustaría ser? ¿Por qué? ¿Cuál es tu opinión sobre el texto? ¿Por qué?
ese es el texto:
¡AL AGUA PATOS!
—¡Chepibola para siempre! —dijo Martín tratando de salvarse de una temible banda de piratas que amenazaban con darle muerte.
—Eso no se vale, pues, Martín, tienes que jugar bien, y no te rías que te estoy hablando en serio —replicó Andrés frunciendo el ceño, mientras agitaba sus manos bajo el agua de la orilla.
En estas costas el mar era siempre muy frío y a cualquiera le costaba trabajo sumergirse. Lo peor de todo ocurría cuando uno no entraba velozmente al mar, porque entonces debía soportar el más cruel de los castigos: que le salpicaran el agua helada antes de darle tiempo de zambullirse.
El agua salpicada era como dardos de hielo, estalactitas que te hacían gritar al entrar en contacto con tu piel caliente ¡Ese sí que era un duro tormento para los más friolentos!
Por eso, la mejor manera de enfrentar aquel peligro era meterse al agua sin pensarlo dos veces, hacer una carrerita “a toda velo” en la arena mojada y ¡zas!, ¡al agua pato!
Martín había llegado a Pacasmayo de mala gana. Su intención era pasar todas las vacaciones de verano en su casa con sus juegos de video. ¡Sería genial! Después de tantos meses de colegio y tareas, esta sería la mejor recompensa.
—De ninguna manera, Martín —dijo su mamá. —Necesitas sol y aire libre, y visitar a tus abuelos te hará mucho bien. Las protestas de Martín no habían servido de nada y, a regañadientes, había llegado a la casa de sus abuelos en Pacasmayo. No había internet, ni juegos de video… ¡ni siquiera tenían un televisor! Pero había que reconocer que desde el malecón la playa se veía muy bien…
Al día siguiente de su llegada, su primo Andrés llegó a buscarlo con Esteban y Raúl. Martín salió con cara de pocos amigos, pero el sol ya calentaba y había que darle una oportunidad a la playa. La verdad era que estaba rico echarse boca abajo, meter manos y pies bajo la arena seca, sentir el abrigo de los finos granos que desaparecen como por arte de magia entre los dedos. Y, qué rico pensar después en cualquier otra cosa: en las musarañas, por ejemplo, o en las malaguas echadas a sus anchas sobre la arena.
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Todo me encanto
Waaaaaaaaau
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Pato colombiano wa wa wa
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—Para que vean que a mí el mar no me asusta —añadió, señalando a los bravos piratas de Andrés y sus amigos.