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El académico explicó que las proteasas y las lipasas son enzimas catalíticas de reacciones químicas que no ocurren a temperatura normal. Las primeras destruyen proteínas y las segundas hacen lo propio con grasas y aceites.
Las proteasas son el componente principal en detergentes, ya que atacan cualquier mancha. Las lipasas, por su parte, facilitan la remoción de manchas de grasa.
Ambas provienen de organismos que trabajan a temperaturas relativamente altas. Por ello, en invierno se necesita calentar agua si se requiere eliminar manchas. Y así, el gasto energético en países desarrollados por este concepto es muy alto.
Pero como hay enzimas llamadas criofílicas que actúan a temperaturas más bajas, los investigadores liderados por el Prof. Asenjo se propusieron ir a buscarlas a la Antártica, que cuenta con un mar lleno de microorganismos con enzimas de este tipo. Un ejemplo de ellos es el krill, que incluso vive bajo 0º C sin congelarse.
Este tipo de enzimas no sólo pueden ser usadas en detergentes. También es posible ocuparlas en la industria farmaceútica, pues permiten un trabajo de síntesis química de moléculas; y en alimentos, facilitando su transformación para que sean más absorbibles.
Todo lo anterior redunda en menores costos energéticos y en menor contaminación microbiana. Así, se produce la misma reacción química pero evitando que crezcan microorganismos.
El equipo partió en 2003 a buscar enzimas al continente blanco. Allí tomaron muestras y las llevaron a nitrógeno líquido para su aislamiento. Luego la introdujeron en la bacteria escherichia coli para su producción en krill. Con este trabajo aparecieron también otras enzimas.
La patente de enzima aislada de krill proteasa ya les fue otorgada. Otras dos patentes -de proteasa bacteriana y de xilanasa- están pendientes.
Explicación:
creo