Respuestas
Partiendo de una concepción normativa (vía deductiva o ideal): se parte del significado de los dos conceptos implicados (“política” y “población”) y se observa después qué políticas reales se pueden englobar en tal definición.
Partiendo de lo que se puede observar (esta es la vía inductiva o empírica): se observan las políticas reales que históricamente han sido calificadas como “políticas de población” y se construye después la definición a partir de sus características comunes
La concepción normativa, ideal, suele llevar a definiciones poco realistas, que negarían su estatus a la mayor parte de las políticas de población que han existido. Es lo que ocurre con esta:
• “La «política demográfica» ó «política de población» es un término que se refiere, no al análisis de los factores sociales en la explicación de las variaciones del llamado movimiento natural de la población (natalidad, mortalidad, nupcialidad), sino precisamamente a un proceder contrario: al intento de modificar la estructura demográfica de una población con objeto de mejorar su situación, desarrollo, o procesos de desigualdad social”. En J.M. DE MIGUEL & J. DÍEZ NICOLÁS, Políticas de población. Espasa Calpe. Madrid. 1985. p. 15.
La vía empírica, en cambio, reconoce la realidad de políticas de población poco “honrosas” (como el genocidio nazi, los desplazamientos masivos de población en la URSS o el programa bracero en EEUU). En este caso el problema es que suele presentarse de forma engañosa como una manera aséptica e imparcial de definir las cosas. En este caso un ejemplo sería:
• “… el conjunto de medidas que pretenden influir sobre la tasa de crecimiento, las estructuras y la distribución geográfica de la población”. en G. TAPINOS, Elementos de demografía. Madrid. Espasa Calpe, 1988. p. 362.
Así que nunca estamos a salvo de problemas. En este sitio usaré elementos de ambas, pero especialmente de la segunda: el principal criterio aquí será empírico, es decir, la observación de lo que se ha entendido históricamente en cada caso como “política de población”. Pero quiero alertaros; en mi opinión esta vía “inductiva” conduce a un esquema general que podría representarse muy sencillamente:
Quienes sostienen esta interpretación, aparentemente imparcial y meramente empírica, observan las políticas de población como un tipo más, en pie de igualdad, junto a un amplio abanico de otras posibles políticas, como las políticas económicas, sociales, etc. El objeto de este tipo particular de política sería intervenir sobre el volumen y la composición de la población en el territorio o en sus subdivisiones administrativas. Los fenómenos o comportamientos demográficos sobre los que se debería influir para conseguirlo no son más que los tres fenómenos que determinan la dinámica poblacional: los nacimientos, las defunciones y las migraciones.
¿Por qué es tendencioso este esquema? El motivo es doble:
Equipara las políticas de población con el resto de políticas. Pero se vulnera así un supuesto implícito de toda política, y es que se diseña y aplica persiguiendo el beneficio de la población, no al revés. Si se convierte a la población en un medio más en la obtención de objetivos políticos, las personas pasan a convertirse en un instrumento que el Estado puede utilizar a conveniencia, en “bien del Estado”. Se abren así las puertas a aberraciones como el racismo, los desplazamientos forzosos, las políticas de segregación o simplemente los genocidios selectivos. De todas ellas tenemos sobrados ejemplos históricos. El esquema no desvela la identidad de los actores, no muestra a ningún nivel quienes son los que plantean los objetivos y los medios, qué ideología les sustenta, qué intereses propios tienen. De esta manera parece que el actor esté al margen, como si no fuese de este mundo. De nuevo el resultado puede ser desastroso. La combinación de ambas falsedades puede tener resultados explosivos. En realidad las políticas de población requieren un aparato de poder formidable, que raramente es posible para otros actores que no sean los Estados. Y quienes dirigen las políticas de los Estados suelen ver a las poblaciones desde unas alturas y unas ideologías que con demasiada frecuencia han conducido a aberraciones políticas notables, como esta web ilustra sobradamente. Se engaña quien piense que todo lo que se plantee desde el poder estatal o las administraciones es “por el bien de las personas”, como podrás comprobar aquí con ejemplos abundantes como el natalismo de Ceaucescu en Rumanía o el propio genocidio que tantos ejemplos nos ha proporcionado el siglo XX. Y todo estaban motivados en políticas demográficas.
Por eso, mi propósito es entender la política de población a partir de sus ejemplos históricos, pero ampliando la mirada más allá de las medidas políticas concretas y sus impactos para incluir también las ideologías que las han sustentado y los intereses sociales a los que respondían.