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Respuesta:
La praxis educativa, y en general social, es formación de sentido y, sobre todo,
formación de un sentido personal, anticipación y acción meditada y responsable sobre
el lugar y tareas como individuo en la sociedad, de su autorrealización personal y del
desarrollo social. No puede separarse la elaboración de este sentido vital de la
dirección que toma la propia vida.
Por eso, las características reflexivas y creativas las aplicamos no sólo a la construcción
del conocimiento y el aprendizaje sino a los temas de la expresión amplia de la persona
en diversos campos de su vida social, lo cuál tiene, además, importantes connotaciones
educativas en la conformación de su dimensión ética. (D´Angelo,O. 1996,21,3).
Así, el campo de acción de lo reflexivo y creativo trasciende del campo del pensamiento
al de la persona y del ámbito escolar al de la experiencia vital y de la práctica social de
los sujetos que aprenden y construyen una proyección de vida basada en una posición
argumentada, creadora, sustentada en valores sociales positivos. (D´Angelo, O. 1998).
En nuestra propuesta, ello supone la interrelación funcional de procesos, contenidos y
estructuras psicológicas (cognitivos, afectivos, motivacionales, etc.) y su expresión en
competencias humanas generales, abiertas a toda la amplitud de la vida y relaciones del
individuo en la sociedad, y otras competencias más específicas de sus relaciones en los
campos de la actividad profesional.
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