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Respuesta:
Por eso, al producirse en el siglo XX la crisis y la crítica de la modernidad, la pérdida de la creencia religiosa en la historia y la rehabilitación de la religión, los programas políticos quedan privados de su aura de sacralidad, de soteriología y de eternidad.
En la segunda mitad del siglo XX el desencanto no es propiamente del mundo como lo denominaba Weber en el periodo de entre guerras. Es un desencanto de las ideologías y de la gestión del Estado, que también en los planteamientos socialistas del siglo XIX había sido equiparado a Dios y había asumido sus funciones.
Explicación:
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Por eso, al producirse en el siglo XX la crisis y la crítica de la modernidad, la pérdida de la creencia religiosa en la historia y la rehabilitación de la religión, los programas políticos quedan privados de su aura de sacralidad, de soteriología y de eternidad.
En la segunda mitad del siglo XX el desencanto no es propiamente del mundo como lo denominaba Weber en el periodo de entre guerras. Es un desencanto de las ideologías y de la gestión del Estado, que también en los planteamientos socialistas del siglo XIX había sido equiparado a Dios y había asumido sus funciones.
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