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Oscar Allain es un pintor paradigmático, testimonial y muy expresivo con lo nuestro. Al observar sus cuadros ingresamos a un mundo lleno de colores, semblantes, personajes. Todos conocidos, pero ignorados por un sector considerable de la radiografía nacional. A excepción de Pancho Fierro, Francisco Lazo, José Sabogal, Teodoro Nuñez Ureta, cada uno pinta a estos hombres de los pueblos con sus sinsabores, sus trenzas, sus sombreros y sus sentimientos son particularmente peculiares. Por eso al pergeñar algunas líneas sobre este viejo saurio de la pintura recorremos con originalidad todas estas huellas de nuestras emociones y reacciones sociales, regionales o culturales.
Oscar Allain Cottera es de la época en que nos gobernaba Augusto B. Leguía. Es decir de la "Patria Nueva". Nace en Lima pero puede ser tan chiclayano como el huerequeque. Lo he visitado en su taller de la Av. Brasil 1335. Hemos conversado entre otras cosas sobre literatura, pintura, música. Su obra nos recrea y nos hace recordar a la gente humilde que también es peruana. Admira mucho al novelista mexicano Juan Rulfo por el desdoblamiento de tiempos y de personajes sencillos que nos entrega en Pedro Páramo.
En 1980 yo escuchaba a los Embajadores Criollos, Fiesta Criolla. Era muy amigo de Cecilia del Risco y el tío Julio Mori. Oscar por su parte muy amigo de los compositores y cantores criollos como Pablo Casas, Manuel Acosta Ojeda. Su pintura está influenciada por todo este mundo bohemio y cantor. El Rímac, los Barrios Altos y La Victoria eran el triángulo del criollismo en Lima. Oscar bebió de esa fuente y pintó mucho de estos momentos inolvidables. De cantantes, de danzantes, bailarines de marinera. Es el típico artista que testimonia su época, pero con su propio estilo. Por eso el decimista Germán Súnico Bazán le dedica algunos versos.
Este "expresionismo telúrico" de Allain es muy sensible y elocuente para el advenedizo y el que sabe de pintura. Lo transmite con trazos claros, como oscuros o claroscuros, pero con tal sutileza que nos contagia al observar sus lienzos. José Antonio Bravo, autor de Barrio de broncas, reconoce en el artículo "Allain y la peruanidad cotidiana" el valor de sus cuadros y su trascendencia. Estoy de acuerdo con estas vitales apreciaciones. Las cholas norteñas, los pescadores, los vendedores de plátanos, como la creyente son sus personajes. Allain es muy atinado en sus juicios sobre la pintura y su rol. Para nuestro pintor la pintura es emoción que llega y recibe. No retratar la realidad. Por eso llegan sus cuadros al público común. E innumerables galerías lo han invitado a presentar sus trabajos.
Oscar está orgulloso de estar pintando 70 años con diferentes personajes de nuestro Perú, viviendo en sus principales ciudades. Ha sido profesor como ha sido premiado. Es muy admirador de Diego Velásquez y Juan Manuel Ugarte Eléspuru como Teodoro Núñez Ureta. Les traen gratos recuerdos sus consejos. Le molesta los pintores que no quieren pintar su entorno y siempre están a la moda… Este pintor jaranista de la vieja guardia nos enseña que el arte es un compromiso con las mayorías. Y por eso testimonia con crudeza sus personajes. Muchos de ellos adelgazados, característica que otorga sensualidad… Así como Botero con sus gordas Allain hace lo contrario.
Explicación:
A mí manera de ver se expresa sobre vida cotidiana del hombre