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Previo a Sobre el estilo tardío, uno de los libros más trascendentales y maduros de Edward Said sobre el oficio de la creación, mismo en el que convergen tanto música como literatura, pero sobre todo Said analizando las creaciones de quienes escribieron sobre los compositores, el escritor se detuvo dos veces en una misma obsesión: Beethoven.
Mientras en El estilo tardío Said desarrolla una suerte de tesis que solo tiene por equivalente La tempestad de Shakespeare, acerca de los poderes ultraterrenos de un noble caído en desgracia y abandonado a su suerte en un naufragio, al que sobrevive en compañía de su hija por intervención de una criatura mágica y después los años en el exilio son de refinamiento en el conocimiento del hombre como de lo oculto, Said mira en la aborrecida madurez –a través del ensayo– una ventana hacia una forma de lucidez que nada envidia de las audacias de juventud. Incluso, que de llevarse con pertinencia, sería la viva muestra de cómo los creadores podrían superar toda barrera del tiempo, en la medida que su matrimonio con la creación renovara sus votos en una conciencia amplia, majestuosa.
No obstante, llama la atención que uno de los leitmotiv tanto en Reflexiones sobre el exilio como en Sobre… sea Beethoven y no solo él, sino la Novena sinfonía. Según Said, a diferencia de cualquier otro creador, el compositor alcanzó una estatura como ningún otro creador haya tenido en la historia de la música. Por una parte, fue objeto del escarnio de Wagner, quien vio en él al único capaz de alimentar de tragedia aquello que solo tenía una referencia anecdótica. De infundir aire y vigor a todo lo que podía pasar por intrascendente. Pero que su peor fortuna sería carecer del lenguaje total e indispensable para nutrir
Explicación:
me podrías dar coronita plis?