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4 El historiador de cine mexicano Jorge Ayala Blanco sitúa en la segunda mitad de los años 1950 la aparición de los adolescentes como personajes cinematográficos privilegiados, recordando que tanto en México como en los Estados Unidos, la atención puesta en la adolescencia es nueva, y ligada al contexto sociopolítico de la época: “Empiezan a proliferar, en la época, estudios, encuestas, campañas y redadas para frenar el ‘desquiciamiento de la juventud’5”. Este nuevo fenómeno social procede entonces del contexto, antes de encontrar su expresión en el imaginario cinematográfico
5 El análisis de Los olvidados permite revelar un cierto número de elementos que anticipan de alguna forma lo que será el núcleo de la representación adolescente en los años posteriores: la experiencia del margen, la violencia y la sexualidad. Es de notarse que no todos los personajes del film están concernidos por estas diferentes categorías de observación, ni muchos menos. En efecto, la experiencia de estas situaciones límites por parte de los personajes parece ser una línea divisoria entre los protagonistas todavía claramente situados del lado infantil del pasaje existencial (
6 El destierro de los personajes adolescentes hacia zonas marginales desenlaza para Jaibo, el más acorralado de entre ellos (al principio del film él sale de un correccional y no tiene padres), en comportamientos caracterizados por la violencia en repetidas ocasiones, ya sea actuando solo o en compañía de la pequeña pandilla de la que es el líder carismático 9. Por su parte, Cacarizo se muestra cómplice de la violencia de Jaibo, a quien sabe culpable de la muerte de Julián (“No tengas cuidado, hombre, soy tu amigo”). En cuanto a Pedro, prueba de su caracterización aún infantil, al inicio reacciona ante las escenas de violencia para intentar ponerles un término (cuando Jaibo golpea a Julián hasta la muerte, cuando su madre Marta asesta escobazos a un pollo, cuando él mismo está a punto de arrojar un taburete a su madre: ella le pregunta “¿Serías capaz?” y él responde “No, mamá”, antes de regresar el taburete al piso). Asimismo, no deja de buscar un amor maternal que le es rehusado sistemáticamente por Marta, una preocupación que no comparten sus acólitos más grandes, y en especial Cacarizo quien no duda en faltar al respeto a su abuelo.
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lo de arriba
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xd