• Asignatura: Historia
  • Autor: ainhhoaa226
  • hace 5 años

Relación entre la caza de brujas moderna y contemporánea

Respuestas

Respuesta dada por: alexanderdejesusclev
2

Respuesta:

espero que te sirva esta respuesta dame corona plissssssssss

LA SOMBRA DEL DEMONIO

la caza de brujas en europa

Entre los siglos XV y XVIII, las autoridades de muchos lugares de Europa desencadenaron una brutal represión contra los supuestos adoradores del diablo. Miles de ellos fueron condenados y murieron en la hoguera

10 de noviembre de 2016

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BRIDGEMAN / INDEX

El Aquelarre de Goya

El diablo, bajo la forma de un macho cabrío, es adorado por un grupo de brujas que le ofrecen niños en sacrificio, alusión quizás a la práctica del aborto. Óleo de Francisco Goya. 1797-1798. Museo Lázaro Galdiano, Madrid.

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BPK / SCALA, FIRENZE

Aquelarres y hogueras

En esta ilustración, procedente de un manuscrito suizo, se representa a la izquierda la celebración de un aquelarre, y a la derecha una quema de brujas en Baden.

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BRIDGEMAN / INDEX

La doncella de hierro

Instrumento de tortura también conocido como la virgen de Núremberg. Siglo XVII.

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BRIDGEMAN / INDEX

El aquelarre de las brujas

Óleo realizado por el pintor flamenco Frans Francken II el joven. 1606. Museo Victoria y Alberto, Londres.

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JEAN VIGNE / ART ARCHIVE

El transporte de una bruja

La tradición siempre ha sostenido que las brujas se trasladaban a los aquelarres montadas en una escoba. En la imagen, bruja en su escoba. Ilustración del siglo XV. Biblioteca Nacional, París.

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BRIDGEMAN / INDEX

Las brujas de Berwick

El rey Jacobo VI, preside un tribunal para examinar la culpabilidad o inocencia de las presuntas brujas de Berwick. Grabado de la obra Newes from Scotland. 1591.

A finales del siglo XVIII, un historiador alemán calculó que a lo largo de un milenio habían sido ejecutados en Europa nueve millones de supuestos brujos y brujas. En realidad, el número fue muy inferior: los estudiosos actuales estiman que entre mediados del siglo XV y mediados del siglo XVIII se produjeron entre 40.000 y 60.000 condenas a la pena capital por ese concepto. Aun así, se trata de una cifra muy considerable, a la que cabe añadir aquellos que murieron como consecuencia del trato infligido durante la detención y, asimismo, los muchos que sufrieron linchamiento como sospechosos de brujería, al margen de cualquier proceso formal y que, por tanto, no fueron debidamente registrados. No hay duda de que la brujería fue uno de los fenómenos más dramáticos de la Europa moderna y sus consecuencias fueron terribles: decenas de miles de personas acusadas de connivencia con el diablo, la mayoría humildes mujeres, fueron objeto de terribles oleadas de persecución en las que salió a relucir la radical intolerancia de su época.

Aunque la creencia en la brujería está documentada desde épocas muy remotas de la historia de Europa, fue a partir del siglo XIII cuando la idea se convirtió en una auténtica obsesión y empezaron a desencadenarse persecuciones organizadas por la Iglesia. La razón de ello se encuentra, seguramente, en la aparición, precisamente en ese tiempo, de un poderoso movimiento herético en amplias zonas del continente, sobre todo en el sur de Francia: los cátaros. Para reprimirlos, la Iglesia de Roma puso a punto una institución de gran poder, la Inquisición, que con el tiempo se encargaría de controlar a quienes realizaban prácticas mágicas.

DE LAS HEREJÍAS A LA BRUJERÍA

La identificación entre magia y herejía fue un proceso gradual. En 1233, el papa Gregorio IX promulgó la bula Vox in Rama, en la que se acusaba a una imprecisa secta de herejes alemanes de adorar a animales monstruosos, cometer sacrilegios y practicar rituales orgiásticos. Acusaciones semejantes se vertieron a principios del siglo XIV contra los templarios, en el gran proceso que se organizó contra ellos tras la supresión de la orden militar. Posteriormente, en 1326, la bula Super illius specula, de Juan XXII, equiparó definitivamente las prácticas o las creencias mágicas con la herejía, permitiendo que se aplicasen también a estas últimas los procedimientos inquisitoriales normales.

Por último, en 1484 el papa Inocencio VIII, en la bula Summis desiderantes affectibus, formuló una condena radical de todos aquellos que cometieran actos diabólicos y ofendieran así la fe cristiana: «Muchas personas de ambos sexos se han abandonado a demonios, íncubos y súcubos, y por sus encantamientos, conjuros y otras abominaciones han matado a niños aún en el vientre de la madre, han destruido el ganado y las cosechas, atormentan a hombres y mujeres y les impiden concebir; y, sobre todo, reniegan blasfemamente de la fe que es la suya por el sacramento del bautismo, y a instigación del Enemigo de la Humanidad no dudan en cometer y perpetrar las peores abominaciones y excesos más vergonzosos para peligro mortal de sus almas».

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